Eleanor, cántame una canción [The Extras #1]

4. Reemplazada.

Si ella hubiese sabido que Annabel iba a visitar a su madre, hubiese hecho planes para quedarse con Ramsey y Riley o con Effie, pero sabía que todos estaban con una tremenda resaca, pero que la de ella, así que decidió no molestarlos. En su lugar, voló fuera de su habitación como si se estuviese incendiando mientras se ponía sus zapatos a la velocidad de la luz. Se colocó la chaqueta sobre el pijama y metió su pantalón por el borde de sus botas antes de que siquiera le diese tiempo de arreglar su cabello. Cogió su celular, un gorro y partió del departamento. Bubba le había dicho que algún día tendría que volver, pero Eleanor no iba a escucharlo, algún día no era ese día.

Si era raro que una chica caminase por las calles de Williamsburg en pijamas con motas verdes con el cabello enmarañado, usando un gorro con orejas de gato y una chaqueta negra con el logo del 7-eleven a las 10:30 de la mañana, la gente realmente no lo notó. Agradecía estar en un mundo donde la gente realmente no se daba cuenta de nada hasta las diez de la mañana, que era cuando el tiempo zombi acababa y sus cerebros empezaban a trabajar bien. No quería hacer lo de la confrontación tan temprano, mucho menos con su madre presente. Sabía que a veces ponía a su madre y a su abuelo en una posición difícil; ellos querían a Annabel, no la premiaban por sus errores, pero no podía pedirles que se alejaran como lo había hecho Eleanor, estaban ahí si ella lo necesitaba y cuando Eleanor actuaba de manera evasiva estando Annabel allí, los ponía entre la espada y la pared, no podía pedirles elegir.

Toda su vida, su madre intentó que se llevasen bien; los primeros años de su vida las vestía igual, pero guardando un detalle diferente para cada una, trataba de que estuviesen de acuerdo, pero era imposible, Annabel quería liderar y a Eleanor simplemente no le importaba. Su madre había sido amorosa y genial, aunque un poco despreocupada y liberal, pero era una buena madre. Trabajaba para una aerolínea como aeromoza, así que poco estaba en casa, pero justo cuando agarraba vacaciones, insistía para que Annabel fuera a verla. Eleanor sabía que la extrañaba y no podía quitarle eso a su madre.

Eleanor pensó que, si su relación con Sullivan no hubiese acabado, ella estaría en su departamento, refugiándose entre sus brazos, oyéndolo cantar y tocar su guitarra. A Sullivan jamás le agradó Annabel, así que eso hizo que Eleanor se aferrara más a él. Añoró eso, lo extrañaba. Mientras caminaba hacia algún lugar, quiso llorar, pero se contuvo hasta llegar a un restaurante donde sabía que podía sentarse en la esquina y sollozar en silencio. Sin embargo, una vez allí, no lo hizo. Pidió un café y se quedó en silencio, mirando su celular... era increíble como en poco más de tres meses Sullivan no lo había escrito ni una sola vez. Ni siquiera para saber cómo estaba. Había renunciado a todas sus redes sociales, pero él aún tenía su número de celular y su e-mail. Ella visitaba constantemente el canal para ver cómo le estaba yendo y cada vez perdía más subscriptores. No sabía si sentirse bien o mal al respecto.

Mientras tomaba su café y se sentía vacía, un mensaje llegó a su celular: «Número desconocido: Hola, Eleanor Rigby».

Ella rodó los ojos, solo una persona la llamaba como esa canción de The Beatles. Ella procedió a guardar su número en sus contactos.

―No puede ser ¿Cómo siquiera tiene mi número? ―se dijo y luego negó con la cabeza, para teclear de vuelta.

«Re: Hola, Lennox... ¿Lewis?»

La respuesta no tardó.

«Lennox: Anda, que romántico. Yo te pongo el nombre de una canción ¿Y tú me nombras como un ex boxeador británico?»

«Re: Como si me hubieses puesto el nombre de una linda canción. Es decir, es buena, pero habla de la soledad de Eleanor Rigby y de que murió... sola. ¡Y pude haberte puesto Lennox-Gastaut!»