Capítulo 1: ¡Le vendo mi alma al Diablo!

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EDITADO

***

— ¿Has hablado con Scotter?— me preguntó.

Me giré a verla y sentí como mi frente se arrugaba ante la exasperación que ella ya me había provocado.

— ¿Me ves cara de haberle preguntado? — le dije. Barrió sus ojos ante mi mala respuesta.

— ¿Estás obstinada?— me dijo lacónica  y volvió a teclear en la computadora.

    Teníamos que terminar un trabajo para Scotter —nuestro jefe—, y apenas íbamos por la mitad. Creo que ya llevaba fumándome cinco cigarrillos. La nicotina que contienen logra calmarme.

    Nicki, ella es de esas amigas que ya no se encuentran fácilmente. Llevamos viviendo juntas aproximádamente dos años. Nos conocimos en la Universidad Privada "Crafford", del Norte. Y desde ahí hemos estado juntas en todo. Ahora conseguímos un empleo en el centro de New's Corporation y no debemos desaprovecharlo. Admito que dan una buena paga allí.

— ¿Podrías mover tu lindo trasero y ayudarme?— me dijo.

— ¿Cada vez que me pides un favor me tienes que convencer alagando mis virtudes?— bromeé

— Admítelo nena, tienes un buen culo— dijo bromeándo

Solté una fuerte carcajada, sin ella la verdad no sé que haría.

La miré y tiré la colilla del cigarro al tacho. Me puse de pie y me acerque a ella. Miré hacía la pantalla blanca y brillante de la computadora de mi casa.

— Los números del consumidor final están mal— dije apretando los dientes.

Ella suspiró frustrada mientras pasaba sus dos manos por la cara lentamente.

— ¿Puedes hacerlo tú?, no doy más— me dijo y se levantó de la silla dándome permiso a mí.

Me senté y miré bien aquellos números. Comencé a hacer cuentas en mi cabeza para que sean correctos al momento de enviárselo a las oficinas encargadas por fax.

    ¿Qué necesidad tengo yo de pasar por todo esto?, soy una mujer exitosa que con sus pocos, años tiene todo para ser grande en la vida.

    ¿Qué necesidad tengo de rebajarme a hacerle trabajos idiotas a un gordo panzón que apenas puede verse la punta de los pies de lo gordo que es?.

    Creo que estoy demasiado estresada. Hace aproximádamente veinticuatro semanas que no tengo sexo. Básico y muy necesario para la vida. Es capaz hasta de sacarme los dolores de cabezas más intensos. Y no lo tengo, estoy más sola que un perro callejero bajo las lluvias de otoño.

— Terminé— le dije sin mirarla aún a la cara mientras confirmába de que los números eran verdaderamente los correctos. Ella se incorporó del sillón y dejó a un lado el cigarrillo electrónico que tenía en mi bolso

    Odio que agarren mi cigarro electrónico, al menos que sea ella. Ese cigarrilo lo amo, la verdad es que el sabor es mejor.

—Gracias a Dios _______ – dijo y se acerco a mí mientras botába el humo que aspiró del cigarro electrónico  por las fosas nasales.

    Tengo veintidós años de edad, si soy jóven, con un buen trabajo, buenas tetas, buen culo, y no me quejo por ello. Soy una mujer independiente, sociable, algo testaruda, atrevida y sobretodo una mujer bastante sensual que obtiene lo que quiere cuando se lo propone.

    Y el día de hoy se me cruzó por la cabeza hacer algo, para mi bien, algo para mí. Voy a venderle mi alma al diablo, a cambio de tener todo en la vida o no sé bien a cambio de qué.

Por Donde Pasas tú, pasa el fuego. | Chandler Riggs |    SIN TERMINARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora