Ming Yi y Shi Qing Xuan han sido mejores amigos desde su primer día de clases en el preescolar.
Ming Yi nunca a sido alguien que hable mucho ni exprese sus sentimientos pero a Shi Qing Xuan no le preocupó mucho el carácter frio de su mejor amigo, si...
Ming Yi y yo nos conocimos a la tierna edad de cinco años en nuestro primer día en el preescolar.
Ese día, cuando lo vi por primera vez, Ming Yi se hallaba solo junto a la puerta de entrada de nuestro salón, y para ser sincero, nunca supe si en ese momento fueron los demás los que decidieron excluirlo o si fue el mismo Ming Yi quien optó por aislarse del grupo para concentrarse únicamente en abrazar su lonchera como el mayor de sus tesoros.
Ese día también fui irremediablemente cautivado por el dorado brillo en los ojos de Ming Yi, me resultó tan lindo y encantador que ignore por completo el frio destello que se mezclaba con el dorado.
Ver a Ming Yi solo mientras todos los demás jugaban despertó mucha tristeza en mí, incluso estuve a punto de ponerme a llorar ya que en el fondo, yo también me sentía solo al separarme por tanto tiempo de mi hermano mayor.
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— Qing Xuan, tu hermano mayor tiene que ir a estudiar así que tienes que ser un buen niño, portarte muy bien o no te daré postre ni te vendré a buscar
— ¡NOOOOOOOOOOO! ¡hermano tiranooooooo!
Mi llanto inicial se volvió descontrolado por culpa de sus rudas palabras por lo que a mi hermano mayor no le quedo mas alternativa que abrazarme para consolarme.
Fue entonces que comprendí que él también sufría al dejarme allí pero no tenía más alternativa. Luego de la muerte de nuestros padres en un accidente solo nos teníamos el uno al otro.
—No puedes volver a llorar Qing Xuan, cuando sientas que quieres hacerlo sonríe, sonríe mucho y tan radiante como puedas, ¿de acuerdo?
—¡¡Siiiiiiiiiiiii!! ¡¡se lo prometo a mi hermano mayor!!
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Fue por esa promesa que contuve mis ganas de llorar al ver solo al pequeño Ming Yi, en su lugar me acerque hasta estar frente a él y le sonreí de la manera mas alegre y radiante que podía, tal como mi hermano me pidió.
—¡Seamos mejores amigo!
Ming Yi no hizo ni dijo nada tras mi firme declaración, solo se me quedo mirando o eso es lo que yo recuerdo.