Haruhime: Lo que no podía Ver

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Nota: Aquí esta su One-Shot de Haruhime con final feliz, tómenlo y me avisan que waifu quieren que sea la siguiente, se vale repetir Waifu de la que ya haya escrito.

¿Cómo pude ser tan ciego?

Esa era la pregunta que rondaba en la mente de Bell Cranel.

Nunca antes en la vida se había sentido tan estúpido como lo había hecho en los últimos cinco minutos, y eso te lo decía alguien que podía asegurar había cometido muchas estupideces.

Tantas que no podrá contarlas incuso si lo quisiera.

Estupideces que iban desde enfrentarse a un minotauro que claramente lo mataría, hasta haber espiado a las aventureras más fuertes de Orario mientras tomaban un baño.

Aunque esa última no había sido su intención, pero tal vez debió de imaginárselo de un dios que hablaba acerca de las mujeres de una manera tan parecida a la de su abuelo.

Pero bueno, eso ya no importaba, el había salido vivo de todas las estupideces que había hecho, tal vez no en una sola pieza, tal vez no sin escuchar los regaños de una turba de molestas mujeres, pero había sobrellevado cada una de sus estupideces.

Y sin embargo...

¿Cómo no se pudo dar cuenta de la estupidez que había estado cometiendo todo este tiempo? ¿De lo ciego que había sido mientras estaba cegado por una princesa de cabellos dorados?

Pero bueno... el cabello dorado parecía seguir siendo lo mejor...

Así, los bellos ojos rubí del joven aventurero de cabello blanco como la nieve, se fijaron en los mechones dorados que se mecían al compás del viento.

"¿P-Pasa algo Bell-Sama? H-Ha estado m-mirando mucho a Haruhime"

La hermosa mujer de cabellos dorados hablo con timidez en su voz, algo a lo que el aventurero ya estaba acostumbrado y sin embrago, era la primera vez que notaba lo lindo que era.

El no respondió, pues seguía demasiado aturdido y metido en sus pensamientos para hacerlo.

Por lo que sus ojos rubí simplemente no pudieron apartarse de esa linda cara sonrojada de la mujer zorro delante de él, de esos hermosos ojos verdes que lo miraban con suavidad, de esas largas pestañas que tenía, de esos pequeños y hermosos labios color cereza...

¿Esos labios sabrían tan bien como se veían?

Bell realmente estuvo tentado a averiguarlo en ese momento, quería moverse y reclamar esos suaves labios como suyos, pero logro contener ese impulso con su fuerte fuerza de voluntad.

Luego su rostro se sonrojo, un sonrojo bastante parecido al de la Renart que ahora le daba una almohada de regazo, algo que solía ser característico de otra doncella de cabellos igualmente dorados.

El realmente se avergonzó de sus pensamientos, nunca había pensado ser ese tipo de hombre y se reprendió mentalmente por su desliz.

Por qué... realmente... descubrir de repente sus sentimientos por le hermosa mujer de ojos esmeralda y que su primer pensamiento sea robar sus labios... eso no era algo de un caballero...

Y sin embargo... ese fuerte impulso seguía allí... esas ganas de probar esos labios que lo atraían como las flores a las abejas.

No fue hasta que noto el incómodo movimiento debajo de si cabeza que salió de sus pensamientos y  noto como la mujer que atentamente estaba mirando precia estar a punto de echar humo por sus oídos, pues el tono de rojo que sus mejillas, no, que todo su rostro había tomado era algo para mirar.

One-shots: Romance en la Mazmorra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora