Juega tu papel

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Los golpes en la puerta me despiertan sobresaltándome y haciendo que me incorpore con rapidez. Mientras me froto los ojos, escucho a Cleodora, que dice que en un par de horas estaremos en el Capitolio.
Respiro hondo y trago saliva con dificultad.
No me apetece salir de la cama. He pasado la peor noche de mi vida. La comida me resultó tan pesada que creí varias veces que iba a vomitar, pero por suerte no pasó y cuando por fin conseguí quedarme dormida, me desperté mil veces por pesadillas en las que me veía a mi misma en ediciones anteriores de Los Juegos.
Intento sopesar las opciones pero me doy cuenta de que ya no tiene sentido que siga aquí escondida, total, en dos horas estaremos en el Capitolio y no me quedará otra opción que reunirme con el resto. Despacio, salgo de la cama y me tomo mi tiempo para abrocharme como puedo los botones del vestido, que me queda más apretado que ayer. Camino todo lo lento que puedo hasta el baño de la habitación, donde me lavo la cara con agua bien fría y me froto con fuerza los restos de lágrimas secas que se me han quedado por la cara. Con la cara limpia y seca, arrastro los pies hasta la puerta del vagón, en un intento por retrasar mi salida lo máximo posible pero finalmente me resigno y pulso el botón verde que abre la puerta.

Cuando salgo al elegante vagón, me siento tan fuera de lugar que me dan ganas de volver a mi habitación y esconderme debajo de la cama. Todo, absolutamente todo, desde las elegantes lámparas de cristal que cuelgan del techo, pasando por la mesita de madera tallada con joyas incrustadas y el suelo de mármol tan pulido que casi puedo verme reflejada en el, me indican que no pertenezco a este sitio. Automáticamente me siento como esas vetas que salen en la madera tallada y que estropean toda la pieza, da igual lo buena que sea la madera, si sale la veta, pierde todo su valor y el trabajo queda totalmente descartado.
Estoy a punto de entrar en pánico pensando en las pocas opciones que tengo de gustar en el Capitolio cuando me doy cuenta de que realmente no sé a donde ir. El tren es enorme y ayer estaba tan nerviosa que no recuerdo por donde vine. Bueno, realmente recuerdo todo el día de ayer con una especie de neblina que emborrona mis recuerdos, aunque sé perfectamente que, por desgracia, incluso los más horribles son ciertos.
Avanzo hacia el vagón a mi derecha en un intento por no pensar y cuando la puerta automática se abre, un ligero aroma a mantequilla invade la habitación. Huele muy bien y en otras circunstancias saldría corriendo hacía ese olor siguiendo mi olfato pero sigo tan empachada por la cena de ayer que tengo que luchar por controlar las náuseas. Aún así, sigo el olor y atravieso varios vagones hasta llegar a uno que me descubre el vagón comedor cuando las puertas se abren, dejándome plantada sin previo aviso delante de Cleodora, Terrence, Sunaina y mi compañero de Distrito, que están sentados alrededor de una mesa repleta de comida. Todos giran las cabezas en dirección a mi, que no podría sentirme más expuesta ahí plantada.

— Buenos días. — susurro.

Me responden lo mismo. ¿Qué hago ahora? ¿Me siento con ellos en la silla que hay libre? No puedo quedarme aquí plantada, eso desde luego, pero tampoco se si querrán que me siente con ellos después del plantón que les di ayer. Entonces, Terrence me hace un gesto con la mano.

— Ven, siéntate.

Sus palabras me alivian al instante. Por lo general no me gusta nada que me digan lo que tengo que hacer pero ahora mismo estoy demasiado entumecida como para tomar mis propias decisiones así un agradezco que él haya terminado con todos mis dilemas. Me siento en la silla que hay justo frente a el y a su vez al lado de mi compañero de Distrito, al que parece haberle sentado la comida mejor que a mi, porque para disgusto de Cleodora, que me lanza miradas con rostro resignado, se llena el plato de cosas y después se las zampa con las dos manos sin ningún tipo de cuidado.

— ¿No tienes hambre? — inquiere Terrence, pero yo solo puedo negar con la cabeza mientras evito mirarle a la cara. Lo cierto que es que no sé si me impone o me asusta.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2021 ⏰

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