Parte XV | El Orgullo conclusivo de un Capitán

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— ­ ¿Dónde estoy? ¿Es esto la base? — Asta despertó de un profundo sueño luego de haber sido intervenido medicamente, él ya se encontraba fuera de peligro, pero, su cuerpo necesitaba recuperarse, el precio que tenía que pagar era bastante.

— No te agites mucho niño, acabas de ser operado de gravedad, estás vivo gracias a tu energía. — Comentó Natch, quien acompañaba a Asta en la habitación, recostado en una silla con los brazos cruzados.

— Señor Natch, Dígame lo que pasó.

— Escapamos niño, no estuvimos lo suficientemente preparados. — Aseveró el pelinegro.

— Pero si logré vencer a uno, ¿Qué ha sucedido? ¿¡Dónde está el capitán Yami!?—Preguntó Asta preocupado.

— Él se quedó peleando, era la única oportunidad que había para mantenerte con vida.

Natch se levantó de la silla y abrió la ventana de la habitación para iluminar la oscuridad que acechaba en las esquinas.

— ¿Es broma cierto? ¿Cómo podría yo morir?— Preguntó nuevamente el enano caballero de la antimagia.

— No es broma, si hubiéramos tardado unos segundos más, no hubieras despertado. —Ribe se materializó en el hombro del chico, aseverando el mal estado del cuerpo de su compañero.

— Ribe. — El chico apretó sus puños. — Siento que estoy perdiendo el tiempo, el Capitán es fuerte pero sé que necesita mi ayuda. — Asta se quitó su manta y optó por levantarse de la cama con toda su voluntad, su cuerpo apenas respondía pero él caminaba con la pesadez de su voluntad.

— No te recomiendo hacer eso, el doctor del Rey Mago me ordenó que te detuviera, tus heridas sanaran en una semana. — Alegó el Vice-Capitán de los Toros Negros, algo preocupado.

— ¡No tenemos tiempo! Hay gente que está en peligro. — Asta se levantó con toda su energía renovada, pero su cuerpo devastado.

— ¡Niño! ¡TIENES QUE RECUPERARTE! ¡Tus heridas son mortales! — El pequeño demonio jaló de la oreja a su compañero, regañándolo por su testarudez imbatible.

— Lo siento Ribe, pero sabes cómo me siento, es mi deber, prometí ser el Rey Mago, así que, ¿Crees que tendré futuro si me detengo ahora?

— Ciertamente, no tendrás futuro alguno si mueres mientras tratas de pelear, pero solo digo. — Comentó nuevamente Natch.

— Agradeceré el consejo, pero seguiré, es mi camino.

Asta con dificultad tomó su espada y trató de salir de la base de los Toros Negros, lo que no sabía es que una inesperada noticia llegaría en poco tiempo.

— ¿Qué es esa sensación pesada que se acerca? — Natch se alarmó bastante, y no era para menos, los alrededores temblaban de manera sísmica, los árboles se agitaban en un salvaje vaivén y el viento estaba descontrolado, inclusive, los aves del bosque volaron ascendentemente como tratando de escapar de una estampida que se acercaba a toda velocidad.

— No lo sé, pero tengo la sensación de haber sentido esta presencia ante. —Añadió Asta al ponerse en guardia.

— Aquí vamos de nuevo. — Ribe se postró en el hombro de su compañero, esperando ver que era lo que se asomaba.

— Gimodero, ¿Estás listo? — Preguntó Natch, al establecer una unión mágica con su compañero demonio.

— ¡Espera un momento! ¡Ese es! ¡El León del Bosque que el capitán domó! ¡Genial! ¡Cuánto tiempo! — Asta deslumbró con una felicidad altanera que no duró mucho, al notar que había en el lomo del animal.

— ¿Acaso esos son? — Preguntó Natch con mucho recelo.

— ¡Noelle, Finral, Magna, Charmy y Gordon! ¿¡Qué ha sucedido!?

Por momentos, el cuerpo del pequeño Toro Negro fue envuelto en un extraño escalofrío basado en pánico, su mirada cambió de brillo y sus pensamientos tomaron otra ruta, en el lomo del león estaban reposados sus compañeros todos heridos y completamente derrotados. El león al llegar a la base dejó caer a sus aliados, los cuales estaban todos inconscientes, menos Finral.

— Asta-kun, perdóname, no fui lo suficiente fuerte. — Expresó Finral, todo herido arrodillado en el suelo.

— ¡Finral-senpai! ¡¿Qué sucedió?!— Asta estaba totalmente alarmado, sus compañeros estaban gravemente heridos y faltaba una pregunta por responder. — Dime, ¿Dónde está el Capitán Yami?

El León de fuego de los Toros Negros reaccionó rápidamente y regurgitó una vieja Katana oxidada desde su boca, la cual cayó clavada en el suelo, reflejando un brillo sumamente impotente.

— Eso es...

— Lo siento, no pudimos hacer más.

Black Clover: Guerra de demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora