Black Clover: Guerra de demonios.

Parte VI: Aparece la Triada Oscura

Mientras que en un reino mórbido sumido por la oscuridad y desidia, en un salón de la realeza a las alturas de un colosal castillo reforzado en bases de piedra, una estructura tan mórbida que a simple vista parecía estar maldita, todo lo que residía allí era la maldad personificada en alma, cuerpo y espíritu.

—Ya es momento de empezar con la parte interesante de este juego—Expresó un ser siniestro desde lo que parecías ser su trono, mientras reposaba su rostro con su puño.

—No es cierto hermano Dante, este juego siempre ha sido interesante desde un principio–Respondió una fémina que portaba un oscuro parche en su rostro, recostada en lo que parecía ser una mesa de reuniones, jugando cruelmente con una mantis que estaba atrapada con sus dedos. —Solo queda, ¡Destruir a los débiles!—La mujer estaba limitando una fuerza minúscula en su dedo índice, y así impactó con la cabecita de la pobre mantis, mandándola a volar y acabando con su vida.

— ¿Qué piensa al respecto Zenon? ¿No has estado muy callado últimamente?—Añadió el hombre desde su trono, hablando con una sonrisilla siniestra.

—Solo necesitaré cumplir nuestro sueño, es cuestión de tomar acciones rápidas—Otro hombre estaba recostado en la pared mientras tenía sus manos escondidas en sus bolsillos, suspirando con cierta pereza. —Tenemos que comenzar lo antes posible antes de que*...—

—Tómatelo con calma hombre, tenemos que degustar bien esta situación, una vez que ganemos la batalla sobre los humanos no podremos repetir esto, algo me dice que será completamente aburrido un mundo donde no haya quien nos haga peligrar. —El más formal de los consanguíneos Zogratis se puso de pie para estirar sus extremidades. —Mi sangre está ardiendo y eso me gusta, sé que no soy el único—Liberó una sonrisa sádica y maliciosa.

— ¿Sangre?—Vanica restregó su lengua por los labios, el solo escuchar esa palabra le abrió un mundo de apetitos insaciables, ella estaba deseando ver el fluir del líquido rojo de sus enemigos. Eso sería todo un placer visual para ella.

—La calma no dura para siempre Dante, he tenido un mal presentimiento desde que me he levantado y no me gusta, ¿Qué podría ser?-Zenon se retiraba de la habitación mientras sus palabras hacían eco en la perturbada memoria de Zenon, su hermano mayor. —

El comunicador mágico de la oscura realeza estaba retumbando en la sala como si de una emergencia se tratase, lo que nunca sucedía desde que la triada oscura tomó el mando del reino de la Pica y parte del Diamante, ¿Qué estará pasando? No se sabía aún pero la alarma era más intensa cada segundo que pasaba.

— ¡Atiende la maldita alarma Dante! ¡Mis oídos sufren!— A Vanica le molestaba el sonido de la alarma, y no la culpo, era un sonido sofocante.

—Allí tienes tu calma, ¿Por qué no respondes?— Agregó de manera sarcástica el misterioso Zenon, quien volteó el rostro para enfrentar a su hermano.

— ¿Acaso sientes miedo de que sea algo que no esperas, hermano?—Expresó Zenon desde su distancia.

— ¡Responde Dante! ¡ATIENDE O APAGA ESE SONIDO!—Vanica estaba sufriendo, al parecer era sensible a los sonidos incomodos.

—En mí no existe el miedo, ¿Acaso un diablo debería temer a una trivialidad? Somos los reyes de este reino, recuerden eso. —Dante Zogratis cambió su mirada narcisista por una expresión que denotaba molestia, y desde su trono atendió el artefacto que atendía llamadas mágicas. —Si es una maldita broma mataré feamente a quien sea que esté allí– Dante sabía perfectamente que no se trataba específicamente de una broma, en eso una voz agitada de sus aliados estaba pidiendo ayuda urgente, estaba tan agitado que parecía que al otro lado de la línea se estaba desatando una guerra nefasta de un solo lado.

— ¡Señor! ... ¡Señor! ¡Soy Gaderois! Esto es muy humillante pero... Tenemos problemas serios— Era uno de los lacayos más fuertes de la triada oscura, y su tono de voz denotaba miedo, miedo rotundo.

—Gaderois, ¿Qué sucede allí?—Preguntó Dante sin perder la calma, ya que él pensaba que se trataba de solo una trivialidad. —

—Estamos perdiendo señor, nuestro enemigo es un monstruo.—