Capítulo uno, el día en que todo fue más claro y más gris.

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Nunca había sido bueno para la escuela, era algo a lo que no le podía poner mucha atención por distintos factores.

En primer lugar porque le gustaba charlar durante las clases, siempre tuvo el carisma y el atractivo como para atraer la mirada de las chicas, y él no iba a ser desagradable y cortar la conversación por mucho que lo que fueran a ver entrara en el próximo exámen. Claro que no.

En segundo lugar, porque no podía evitar pensar en dónde practicaría skate, si podría lograr ese kickflip frente a los demás miembros de S como lo había practicado por su cuenta. Se preguntaba si podría escapar del profesor en guardia si usaba su skate en las escaleras, aunque con la cantidad de personas que habría... mejor evitar accidentes.

En tercer lugar... porque había un pelirosa muy molesto en frente suyo, y era muy difícil concentrarse en el tablero cuando tenía su larga cabellera con un dulce olor meneándose con el viento justo en su cara.

Era algo que no iba a admitir, lo que si podía admitir y recriminarle era que parecía una chica, que se ponía demasiado perfume y que debía dejar de lanzarle el cabello a la cara porque así le daba cosquillas.

Kaoru había sido su mejor amigo desde que descubrieron el gusto por el skate, eran muy pequeños en ese entonces pero ellos no se sentían así. En su momento fue uno de sus odiosos pero muy estudiosos compañeros, escogido por una profesora entrometida para ayudarlo a mejorar su promedio en matemáticas porque nunca se le dieron bien los números y las estadísticas. Como era de esperarse, no se llevaban bien porque eran muy diferentes, eso era tan claro que les causó muchos problemas al principio, pero ambos tuvieron la misma sensación en el pecho cuando pasaron por unas escaleras de la ciudad donde un grupo de skaters estaba haciendo trucos, patinando tan rápido que parecían volar y retar a la gravedad a que los dominara de nuevo.

Ambos lo supieron, querían volar también, y sentir que sin importar lo que los molestara en sus vidas normales siempre podrían huir por unos breves momentos con el skate, siempre con estilo. Arriesgarse era divertido, y eso los unió en una mezcla de sentimientos que crecieron con el tiempo. Cada caída que compartieron fue tan especial como cada logro, se conocían como nadie y eso era irremplazable por mucho que no fueran iguales.

Aunque las cosas podían cambiar fácilmente, quizás con demasiada facilidad.

—Kojiro, ¿acaso no me escuchas?—un libro chocando con fuerza contra su escritorio lo sacó de sus pensamientos. Su amigo ya se había levantado, lo esperaba a un lado suyo y tenía su mochila al hombro, fue ahí cuando se enteró de que ya había acabado la última clase del día.

—¿Cómo no podría escucharte cuando gritas todo el tiempo como un cuervo? Y repites cosas también.—no desaprovechó la oportunidad de molestarlo, y como esperaba recibió un bufido de respuesta.

—Si no fueras tan sordo como un anciano senil no tendría que hacerlo. Es increíble que seas tan popular con las chicas, seguro nunca escuchas lo que dicen en verdad.

—Eso no es justo conmigo...—masculló, mientras recogía sus cosas y lo seguía fuera del salón. No estaba seguro de si Kaoru era consciente o no de que él lo escuchaba todo el tiempo, desde sus regaños hasta sus interminables explicaciones de los nuevos avances tecnológicos que leyó por ahí, el repaso de las clases que siempre le hacía para asegurarse de que no se quedara atrasado y las quejas sobre su padrastro y cómo cada día estaba más listo para molerlo a golpes.

Como era usual, Kaoru le hizo el repaso de la tarde y él le comentó de nuevos platillos que pensaba experimentar, porque le había llamado la atención la comida italiana y su sazón tan especial. Esperaron a estar a la salida del edificio para sacar sus patinetas y empezar a andar, tenían la costumbre de practicar un par de horas antes de volver a casa, generalmente no tomaban mucho tiempo porque según Kaoru debían terminar sus trabajos escolares o nunca saldrían de la preparatoria.

too far, too close. ⟨ joerry, sk8 ⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora