James esperó a que Adelmo le dijera que podía dirigirse a la casa de los Abate para disculparse en persona, sin embargo, parecía que la respuesta no iba a ser inmediata. Tenía que suponer que tal vez Adelmo había cambiado de opinión y que incluso la promesa de asistir a terapia no era suficiente para convencerle de que James debía acercarse a Renata. Tal vez Adelmo estaba esperando a ver si James realmente iba a seguir adelante y comprometerse. Si ese era el caso, James iba a demostrárselo, pero tampoco iba a asistir a la terapia sólo por eso. Sabía muy bien que la necesitaba, necesitaba hablar con alguien que le ayudara a ordenar todos los pensamientos que le habían estado atormentando durante demasiado tiempo.
Renata lo había intentado pero, en cierto modo, James no podía confiarle todo, porque no sólo había estado asumiendo muchas responsabilidades en el hogar, sino que algunos de sus pensamientos giraban en torno a ella y necesitaba abordarlos sin que ella estuviera cerca. Necesitaba entender lo que estaba sintiendo y esperaba poder llegar a un acuerdo con todo durante sus sesiones o, al menos, trabajar para estar mejor.
Harry iba a quedar al cuidado de Sirius y, aunque Remus había vuelto a la colonia, sólo estaba a una lechuza de distancia, ya que apoyaba plenamente que James entrara en terapia. Era bueno saber que sus hermanos iban a estar a su lado pasara lo que pasara. Habían dejado sus diferencias a un lado desde la guerra y James sentía que su familia volvía a estar unida, pero para completar eso, sabía que necesitaba a Renata de vuelta. Tampoco podía enfadarse con Adelmo por alejar a Renata de él, al fin y al cabo era su hermana y había sido testigo de la situación. Y al igual que Sirius y Remus siempre estaban dispuestos a proteger a James, Adelmo siempre estaba dispuesto a protegerla a ella.
Cuando llegaron a San Mungo, Sirius seguía abrazando a Harry, ambos venían con James, ya que esa mañana parecía bastante nervioso por asistir. Sabía que el trabajo del terapeuta era ayudarle, pero al mismo tiempo, seguía temiendo enfrentarse a un juicio por su situación. Sirius le aseguró que no se iba a encontrar con ningún tipo de juicio y que estaría bien. Y para tranquilizarlo aún más, Harry se inclinó y depositó un beso en la mejilla de su padre, para ofrecerle sus propios deseos de buena suerte.
Unos minutos antes de entrar en la sala de espera para saludar a la doctora Eithne Mullins, James se giró para mirar a Sirius y a Harry, mientras echaba un vistazo al pasillo.
-Me sorprende que no hayamos visto a Adelmo por aquí hoy- dijo James, intentando entablar una pequeña charla para calmar sus propios nervios -¿no debería haber estado trabajando hoy?
Sirius también miró a su alrededor, ya que Harry estaba ocupado con la ventana que tenía delante, haciendo caras tontas ante su reflejo.
-Eso es lo que pensaba- dijo en voz baja -Supongo que miraré por ahí, quizás dejó su turno antes de tiempo o se cambió con otro sanador. Suelen hacer eso aquí más a menudo que no.
A decir verdad, Sirius había previsto un tiempo para que Adelmo llegara a casa, convenciera a Renata de que volviera y luego que ambos regresaran, pero habían pasado días y no había habido ni una palabra de ninguno de los dos. Eso le ponía nervioso, porque aunque Renata se negara a volver a casa, Sirius habría supuesto que Adelmo le habría enviado una lechuza, alegando que las cosas no iban bien y que se ausentaría durante más tiempo.