Capítulo 18: Los mensajes.

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Esa noche fue una de las peores que he tenido, pongamos en primer lugar la noche en que a mi padre le dio un infarto y tuve que pasar la noche en vela rezando para que se salvara, no funcionó. Murió un 9 de Octubre, hace un par de años y la herida seguía doliendo como el primer día. Luego está la noche en que Gabriel y yo nos separamos y después tenemos esta, una noche en la cual buscaba explicación sobre lo que no podía creer. 

Tenía un número de teléfono equivocado, no sabía si Pedro lo había hecho a propósito o sólo había sido un simple error. 

"No creo que lo haya hecho porque sí." argumentó Ana. "No con esa nota linda" ella tenía un punto, pero es que nada tenía sentido, mi estrés sólo me hacía hacer películas en la cabeza sobre cosas malas. En algún momento llegué a creer que él dejó esa nota como premio de consolación o algo como eso, como para amortiguar el golpe del número falso. 

Cuando llegué hasta el tope de la situación, decidí tratar de dejarlo en paz, así que le dije a Ana que viéramos una película, quería ver una vieja, una que no me recordara a Pedro, aunque era casi imposible, todo me recordaba a él y a la estúpida situación sin sentido. 

Ana se quedó dormida casi al instante, yo lo intentaba, pero apenas cerraba mis ojos lo recordaba a él, recordaba su rostro cerca del mío mientras me besaba, su sonrisa entre besos, sus susurros mientras hacíamos el amor, todo, lo recordaba todo. No quería, ¿de qué servía si ya nunca iba a volver a verlo? Me dolía más el pensar que esos recuerdos que me golpeaban, iban a ser los únicos recuerdos que iba a tener, ya no iba a haber más.

A duras penas pude cerrar los ojos. Ana me despertó con el olor a café en la mañana, no es que empezara a odiar todas las cosas que me rodeaban pero es que parecía que el mundo me estaba jugando una mala broma puesto que cada cosa que le gustaba a Pedro estaba frente a mí, no podía deshacerme de nada de eso, tenía que aprender a hacerle frente a ese tipo de cosas. Cosas como el olor a café negro en las mañanas, a Pedro le fascinaba y tomaba como dos tazas sin importar el jodido clima caliente de Los Ángeles. 

"Buenos días, me desperté antes para hacerte algo rico de desayunar antes de irte al trabajo" suspiré y me senté en el comedor, quería ser agradecida con Anastasia pero no podía.

"Te juro que eres la mejor" le dije al ver que me había preparado tocino frito como me gustaba.

"Y me vas a amar más cuando te diga la idea genial que se me ocurrió" estaba emocionada, y lo estaba tanto que aún no se servía ella de desayunar.

"No voy a ir a buscar a Pedro a Londres" objeté, aunque siendo honesta si lo pensé, tenía un poco de dinero, podría sobrevivir en Londres un par de días, pero sabía que no iba a ser suficiente, es un lugar muy grande y algo caro para estar allá, no iba a servir de nada, en el trabajo me iban a reprender por pedir permiso y al final de todo, no iba a encontrarlo.

"Claro que no, ya sé que se trata de él pero no es como que vaya a dejar mi vida para que encuentres a tu amor de Los Ángeles ni como que tengamos dinero para hacerlo" asentí coincidiendo con su argumento, aunque esperaba que aceptara hacer aquella locura.

"Intenta contactarlo por sus redes sociales" me dijo. Lo analicé durante un momento, no lo había pensado porque estaba tan encerrada en el número falso que eso no me pasó por la cabeza. 

No lo pensé más y comencé a mandarle mensajes por todos lados donde me fue posible. 

Aún había esperanza. 

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