Capítulo 22: El hombre y la papa.

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La noche era tan bella que era digna de ser admirada. No llovía, no hacía mucho viento ni tampoco estaba caluroso, todo era casi perfecto.

Digo casi porque por mucho que quisiera admirar y disfrutar la noche, no podía. 

Iba sentada de copiloto en el auto lujoso de Gabriel, conducía hacía la casa de Ana para dejarme ahí. 

Ambos le dijimos a mi madre una sarta de mentiras para que creyera que habíamos regresado, Gabriel y yo llegamos a un acuerdo que en cierto modo nos favorecía a ambos ya que los dos, no queríamos casarnos de ninguna manera pero tampoco queríamos que llevaran a mi madre a la cárcel. Así que los dos intentamos ser prácticos, ambos pretenderíamos que éramos la pareja perfecta, él me pediría matrimonio, le prestaría el dinero a mi mamá, nos separaríamos y ya estaría el asunto. No me pareció lo más cómodo, tenía que convivir con él por un rato y eso me daba náuseas, pero aún así, todos ganaríamos algo, yo mi libertad, mi mamá su vida tranquila y Gabriel pagaría su deuda con mi padre difunto por lo que me hizo. Que yo no creo que ni con todo el oro del mundo pague esa deuda, aunque sí su conciencia queda limpia, ya es cosa de él.

Pero en fin.

Por otro lado, a pesar de todo, no perdía las esperanzas con Pedro, era muy estúpido seguir esperando por él porque ya había pasado un mes desde que nos separamos, incluso podría decirse que sentía que mi historia ya no giraba entorno a Pedro, pero luego ocurrió algo muy interesante, lo cual diré en el momento correcto. 

"¿Al menos me puedes decir quién te dijo lo del balcón?" pregunté de forma distraída y desganada.

"Tengo un socio muy importante en Los Ángeles, de hecho, para tu mala suerte, la mayoría de mis negocios están allá" él manejaba de forma tranquila, no sentía que le molestara hablar del tema. "Un día en una junta con mi socio, me preguntó si aún tenía planes de casarme contigo y para que sepas, ese socio no es un idiota entrometido, sólo me lo dijo porque creyó que tú y yo seguíamos" levanté mi ceja, definitivamente ese socio suyo si era un entrometido idiota. "Me dijo que ese día tenía ganas de ir a la playa a caminar un rato y despejarse. Iba tranquilo, acercándose a la orilla y que de pronto escuchó alaridos extraños, se asustó y comenzó a acercarse para ver qué estaba pasando" colocó la direccional cuando teníamos luz roja. "Y que entre más se acercaba más se escuchaban los gritos, luego notó que se trataban de gemidos" me sonrojé y sonreí. "Se acercó más y luego logró ver como un hombre y una mujer estaban en acción en el balcón y finalmente te reconoció" solté una carcajada estruendosa.

"No me digas que ese <<tal>> socio es el imbécil de Elijah, solo un cerdo como él se acercaría a un lugar donde se escuchan gemidos. Te puedo apostar que hasta grabó algo para jalársela en la noche" comencé a molestarme, Elijah era un amigo de Gabriel, se conocieron en la universidad y cuando lo conocí no me dio buena espina, era un idiota con las chicas, se expresaba mal de ellas y siendo honesta me chocaba que tuviera amistad con Gabriel, a pesar de eso, nunca le prohibí que lo viera. 

"Elijah ya cambió bastante" comenzó a defenderlo en tono neutro. "Si me lo dijo es porque es amigo mío y sólo quería protegerme" entorné los ojos. "Además, te estoy diciendo las cosas de una manera educada, él las dijo... Bueno, ya sabes como es"

"Si, me imagino que usó las palabras: coger, culo, gritos de prostituta y dijo algo sobre mi cuerpo. Pero me alegro que haya visto lo que Pascal puede hacer" dije en un tono pícaro, Gabriel se mordió los labios. 

"Si intentas provocarme, te desgastas, ya te dije que me da igual lo que hagas con tu vida" 

"No quiero provocarte, sólo es un dato curioso" no era como tal mentira, quería que supiera que Pedro podía hacer cosas que él no hizo.

"Escucha, soy gay. ¿De acuerdo?" me quedé petrificada al escucharlo. "Por eso no pude casarme contigo, no quería que los dos fuéramos infelices, así que lejos de haberte lastimado, nos hice un favor a ambos. Aquí te bajas" me ordenó antes de que dijera algo, ya habíamos llegado a la casa de Ana.

Sin decir una palabra, tomé mis cosas y me bajé. Él arrancó de forma ruidosa y me dejó ahí parada en la entrada de la casa de mi mejor amiga. Intenté comprender toda mi situación con él, no podía, pero al menos ya sabía la razón de las cosas. Nunca sospeché de él me quedé atontada unos minutos intentando recordar cosas del pasado que me dieran señales sobre lo que me había confesado, pero no hubo ninguna. 

Tardé unos minutos en recapacitar, luego fui a la puerta y abrí la casa con la llave que Ana me había dado para entrar cuando quisiera. No estaba pues, le dije que había olvidado unas cosas en casa y ella se ofreció a ir por ellas ya que mi mamá no estaba. Accedí a preparar la cena y esperarla.

Sonó mi teléfono mientras juntaba los ingredientes para preparar un puré de papas.

Era Anastasia.

"Vi a Pedro" ella se escuchaba alterada.

"¿Qué? Quizás lo confundiste...

"Vi a Pedro afuera de casa. ¡Ahora justo ahora!" una papa se me cayó al suelo. 



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