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1 - El funeral

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—Creo que me gusta mucho tu nuevo estilo —alagó Guillermo con una sonrisa cuadrada a Elena.

—¿En serio? —preguntó sonrojada la chica.

Aunque el campamento había terminado hacía dos años, ambos tenían una amistad sólida e inquebrantable, algo bastante llamativo para sus padres y la hermana de Guillermo.

Pero todos sabemos que las buenas amistades pueden evolucionar en una cosa extraña llamada amor.

—Sip, los colores fantasía quedan bien con tu tono de piel, especialmente el morado —se encogió de hombros— Pero el color castaño hace resaltar tus ojos.

Ambos llegaron a un pequeño café al otro lado de la ciudad. El muchacho abrió la puerta y ella le sonrió agradecida. Tomaron asiento en una de las mesas y esperaron a que la encargada los atendiera.

—¿Qué les ofrezco? —preguntó una ancianita de aspecto amable con una sonrisa.

—Dos cafés negros y dos rebanadas de pastel, una de chocolate y la otra de fresa —respondió Guillermo. La mujer asintió y se alejó.

—¿Conoces lo que pido? —levantó una ceja sorprendida, sintiendo miles de mariposas revolotear en su estómago al percatarse de que él prestó atención a un detalle tan simple como ese.

—Hemos salido por casi dos años a comer ¿Crees que no voy a saber lo que pides? —inquirió divertido el muchacho.

Su pedido llegó y comenzaron a comer entre risas, anécdotas y un poco de nostalgia cuando recordaron sus días en el campamento.

Cuando terminaron y Guillermo pagó la comida, como siempre hacía cuando salía con Elena, ambos se encaminaron al parque que se encontraba cerca del café.

La chica se recostó en el césped y el muchacho la imitó. Ambos dedicándose a observar el cielo nocturno pintado con miles de estrellas brillantes.

—Elena —la llamó.

—Dime.

—¿Alguna vez te enamoraste?

—Si, pero nunca le dije nada por miedo a que no sintiera lo mismo que yo —volteó su cabeza hacia el— ¿Y tu te enamoraste?

—Ella es perfecta —suspiró. Elena sintió un pinchazo en su corazón.

—¿Cómo es ella? —pregunto con pesar.

—Perfecta en todo sentido —respondió sonriente— Usa el cabello con colores fantasía, bebe café negro y come pastel de fresas.

—¿Estás...? —Se sentó de golpe sorprendida. El muchacho imitó su acción.

—Estoy hablando de ti —le sonrió de oreja a oreja, mostrando sus dientes de conejo.

El muchacho llevó su mano a la mejilla izquierda de la chica y, lentamente se acercó a ella, rozando sus labios.

—Me gustas mucho —susurró el muchacho juntando sus labios.

En ese momento Elena juró que ese sería el día más feliz de su vida.

<◇><◇><<◇

El cementerio estaba atestado de gente esperando por despedirse de Guillermo. Elena lloraba en silencio, sumida en sus recuerdos. Llevaba un velo negro cubriendo su rostro, siendo acompañada por sus padres, los cuales utilizaban lentes oscuros.

Antes de que terminarán de velar el cuerpo y de despedirse, Leyra se acercó a ella con una caja en sus manos y su mirada ensombrecida por la tristeza.

—El quería darte esto ayer —susurró— Abrelo cuando estés sola.

Elena, sin comprender, asintió, tomando entre sus manos aquella caja. Al observarla mejor, está estaba tallada a mano y finalmente adornada con pequeños cristales.

Cuando la ceremonia acabó, todos comenzaron a irse lentamente. La fémina subió al auto y levantó su velo para poder abrir la caja. Al hacerlo, se encontró con varios objetos dentro de esta, pero lo que más le llamo la atención, era la pequeña caja de terciopelo en el centro de éste.

La tomó con las manos temblantes y el corazón acelerado. Levantó la tapa lentamente y las lágrimas comenzaron a salir como torrentes nuevamente. Un hermoso anillo de compromiso se encontraba en su interior.

Entonces comprendió la llamada de Guillermo esa mañana.

"¡Espero con ansias la noche! Ya quiero ver tu rostro de sorpresa".

Esa noche, él le iba a pedir matrimonio.

Esa noche, él le iba a pedir matrimonio

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Oh My GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora