Epílogo

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Frío era lo único que su cuerpo sentía, además de un nauseabundo olor a medicamentos en el aire y suero, mucho aroma a suero.

El sonido de la máquina del hospital marcando signos vitales hacia eco en toda la habitación. Guillermo poco a poco y con dificultad, abría lentamente sus ojos, sintiendo su cuerpo pesado.

Observó todo a su alrededor y frunció el ceño notablemente confundido al encontrarse en una camilla de hospital, rodeado por una habitación blanca y, a su lado, se encontraba una enfermera.

—Veo que despertó —sonrió la mujer.

—¿No estoy muerto? —soltó confundido y en voz baja.

—Todos preguntan eso cuando despiertan del coma —río levemente la mujer.

—¿Qué sucedió? —preguntó con la voz rasposa.

—Tuvo un accidente, pero se recuperó rápidamente —explicó.

—¿Dónde está mi novia?

—Afuera, esta desesperada por entrar a verlo de nuevo —sonrió— Estoy segura de que estara feliz de ver que despertó.

La mujer salió de aquella habitación y, a los pocos minutos, el sonido de un par de tacones correr con velocidad se hicieron presentes en el pasillo. Sonrió levemente al ver a Elena frente a el.

—Hola...

—¡¿Hola?! —preguntó histérica— ¡¿Casi mueres por manejar a toda velocidad y lo único que dices es hola?!

—Yo también te amo cariño —soltó una sonrisa inocente.

—Guillermo, te juro que si no estuviera en ese estado ahora mismo te estaría golpeando. —camino hasta la camilla del muchacho y se sentó junto a el— ¿Cómo estás?

—Estoy bien —se encogió de hombros— Para el estado en el que estoy.

—Estoy feliz de que estés bien —sonrió dejando un beso en la frente del muchacho— Ahora descansa que esas costillas rotas no se curaran solas.

—Tuve el sueño más extraño mientras estaba inconsciente —soltó de golpe, Elena encarnó una ceja confundida.

—¿Sobre que era? —pregunto intrigada.

—No importa —sonrió encogiendose de hombros— Lo que importa es que estoy aquí contigo.

Elena negó con la cabeza, sonriendo levemente —Si tu lo dices —Se colocó de pie.

—¿A donde vas?

—A ver que te den de alta para irnos a casa —respondió.

—Te amo Elena —apretó la mano de la chica.

—Y yo a ti —se inclinó dándole un suave beso en los labios.

—Prometo no volverte a asustar.

—Más te vale no hacerlo de nuevo.

Guillermo sonrió feliz al ver a Elena salir dd aquella habitación. Al fin y al cabo todo había sido un mal sueño.

No podía esperar para contárselo con lujo de detalles, al fin y al cabo, tenían la vida entera para estar juntos sin problemas.

No podía esperar para contárselo con lujo de detalles, al fin y al cabo, tenían la vida entera para estar juntos sin problemas

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