2 - La casa de los sueños perdidos
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El atardecer de verano pintaba el cielo de tonos rosados con leves notas de blanco por las nubes que lo adornaban. El viento soplaba suavemente, moviendo las hojas y las flores que adornaban las ramas de los árboles.
Elena y Guillermo caminaban en completo silencio, admirando la belleza del paisaje. El muchacho tenía su brazo derecho sobre los hombros de la chica, mientras que está tenía su brazo izquierdo envuelto en su cintura.
—¿Qué piensas de vivir juntos en el futuro? —preguntó de golpe el muchacho mientras se detenían frente a un terreno baldío.
—Creo que sería un desastre —soltó una leve risa la fémina observando al muchacho.
—¿Por qué crees eso? —encarnó una ceja confundido.
—Tu eres muy ordenado y yo dejo mis cosas en cualquier parte. La última vez que fuiste a visitarme casi te rompes el pie por chocar con una caja de libros.
—En mi defensa, esa caja estaba en medio de la sala.
Elena soltó una risotada al recordar como el muchacho había terminado en el sofá, con el pie sobre el reposabrazos y una venda en este, junto un tierno puchero en sus labios.
—Creo que en parte tienes razón —soltó el muchacho con una sonrisa— Pero se que seríamos una buena pareja viviendo juntos.
—Eso es verdad.
En ese momento, una idea surco la mente del muchacho al ver con mas detalle el terreno frente a ellos. Pasó su mano por debo de las rodillas de la fémina y por detrás de su espalda. La joven soltó una risa confundida y el contrario camino hacia el interior del terreno.
—¿Qué te parecería vivir aquí? —preguntó con una sonrisa.
—La verdad... me gustaría —respondió Elena.
El muchacho dejó un beso en la sien de la chica y su sonrisa brilló con intensidad al observar más a detalle el terreno.
Ese sería el lugar donde vivirían por el resto de su vida.
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La casa de Elena estaba sumida en un silencio sepulcral, dándole un aura fría al lugar, pues sus padres se habían ido a un viaje de negocios dos días después del funeral de Guillermo y, aunque no quisieran dejarla sola con todo lo que estaba pasando, no tenían de otra.
La fémina se encontraba sentada en forma de indio frente a la mesa ratona de la sala de estar. La caja que Leyra le había entregado estaba sobre esta.
Si bien su estado actual no era el mejor, sabía que debía enfrentarse a lo que sea que esa cosa guarda en si interior. Primero un anillo de compromiso que el no había podido darle ¿Qué otra cosa que podía romper su corazón nuevamente estaba allí?
Acarició el anillo, el cual estaba colocado en un collar en su cuello y soltó un suspiro tembloroso. Con las manos inquietas, sacó la tapa y observó más a detalle los objetos en su interior.
Un sobre marrón que se usaba para documentos, un pequeño sobre blanco que era para cartas y una cámara fotográfica, junto con la caja vacía del anillo, estaban allí.
Tomó el sobre gigante entre sus manos y lo abrió con lentitud. Dentro de este se encontraba un documento de uno de los estuduos jurídicos de la ciudad. Con atención, comenzó a leer cada una de las palabras plasmadas en el papel.
Llevó su mano derecha a su boca sorprendida y sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas. Eran las escrituras de una casa, justo en la misma dirección donde habían visto el terreno baldío por primera vez.
Pero eso no era lo único que se encontraba en el sobre, pues una llave dorada se encontraba en el fondo del papel. Elena apretó el objeto en su mano izquierda, cerrando sus ojos y sintiendo como las lágrimas brotaban nuevamente de sus ojos.
Necesitaba una respuesta a eso.
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Elena abrió los ojos sorprendida al ver la casa frente a ella y apretó con fuerza el sobre blanco que llevaba en su mano derecha. Estaba confundida y pasmada.
Era de dos pisos, de color marrón con piedras adornando en distintos lugares, con ventanas blancas y una puerta de madera, debía admitir que era bastante modesta.
Caminó a la puerta de entrada, sacó la llave del bolsillo trasero de su pantalón y la metió en la cerradura, giró dos veces a la derecha y está cedió.
Sus ojos se abrieron de nuevo al ver la estancia frente a ella, aunque combinaba de manera perfecta los estilos de ambos, el corazón de la chica pesó nuevamente.
Abrió el arrugado sobre y las lágrimas cayeron nuevamente de sus ojos al leer su contenido.
"Elena:
Quizás te tome por sorpresa el que te de esto el mismo día que te propongo matrimonio pero ¡Sorpresa! Ya tengo la casa para cuando vivamos juntos.
¿Cómo se que dirás que si? Porque Leyra me lo dijo cuando se emborrachó una noche.
Esperó que te guste como combine nuestros estilos, me costó un poco de trabajo, y te estarás preguntando ¿Cómo lo hice? Pues con ahorros y con el trabajo de estos meses.
Te amo Elena y espero que en esta casa veamos crecer a nuestros hijos, y que lleguemos a viejos juntos.
Atentamente; Guillermo".
Elena cayó de rodillas al piso, sollozando con fuerza. Todas las ilusiones que tenía de un futuro con su novio, habían sido arrebatados de golpe.
¿Por qué la vida la odiaba tanto?
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Oh My Ghost
SpiritüelA veces el amor llega a nuestras vidas como una bella sorpresa, pero otras veces se convierte en una gran tragedia.