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Paulina le había indicado desde el pie de la escalera que su mamá había pedido ir al cabaret, con todos. Sí, ella incluida.

Desde hacía unos días, la convivencia se estaba poniendo extraña... Si lo pensaba, claro que lo era... Repasaba los hechos y le provocaban una sonrisa, y también un pequeño escalofrío.
Había también otras cosas que le hacían gracia y a la vez le daban ganas de gritar. Como esto de que Paulina no subiera las escaleras. Ya no se quedaba en el mismo lugar que ella mientras se arreglaba. Ni siquiera cuando usaba el espejo del baño para maquillarse. Ay, Paulina, Paulina... la besó, la tocó, la abraza... -tienen un hijo, por favor!-, pero ahora resulta que la evita. Bueno, no del todo...
Es cierto que le ha dado un poco de espacio, si bien extraña que le hable mientras se cambia; pero cuando caminan a la par, se pega a su lado, como antes. Cuando le pasa las llaves del auto, o los platos para que los seque, o por cualquier otra tontería, puede notar cómo, al pasar, la roza. Parece un gesto casi distraído. Pero le conoce bien, nada en esa mujer es demasiado al azar. Igual se hace la tonta. Es un juego que tienen desde siempre. Un paso atrás y otro adelante, al compás, en silencio. Salen beneficiadas las dos, por eso lo permite. Ella tambien necesita sentirla... y será de la manera en que Paulina se sienta más cómoda. Le recuerda a cuando eran adolescentes.
Sigue adivinando qué está pasando, tratando de poner sus pensamientos, sus anhelos y sus pulsaciones a raya. La observa, la deja hacer, se hace la desentendida cuando a Pau se le da por mirarla cuando piensa que no lo nota.
Sin casi quererlo, ha empezado a coquetearle. Dos pueden jugar este juego.
Cuando ha bajado las escaleras, contoneandose 'distraídamente' más de lo que está habituada, su ex estaba bebiendo agua del refrigerador.
No. Ya no quiere impresionar a su antigua familia política. Sólo a ella.
"Te parece?... es que no estoy segura... esta falda me queda muy justa no crees?"
Touche. No se lo dice pero es claro que se le ha quedado viendo.

A todo mundo le vale Elena, que bárbaros!

Allí estaba después de tantos años. La verdad que el lugar se conservaba bastante igual, lo cual podría traducirse como necesitando una renovación. Algunas de las Flores habían cambiado, bueno ella también lo había hecho... Selena ya no estaba, por ejemplo, pero Gloria lo hacía impecable.

Sin mucha idea del porqué, ha salido por donde Paulina se había perdido unos instantes atrás. Creyó haber olvidado, pero conocía el cabaret y la encontró enseguida. Estaba estática, desencajada.
"Que pasa?"
"Elena"
Para entender, abrió la puerta detrás de ella y vio la escena que había desencajado a Paulina. Igual que lo había hecho antes la morena, cerró con cautela. La tomó por los hombros y la alejó de ahí.
"No te metas" le recomienda.

Jocosamente le murmuró al oido: "Te acuerdas cuando Roberta nos cacho aquí mismo?" Al mirarse fugazmente, se desvaneció el chiste, aquel recuerdo cruzó vívido entre ambas; justo cuando se oye que la otra pareja está por salir de la oficina. En un reflejo, María José la empuja a un sitio más oscuro del pasillo para no ser descubiertas.
Mientras Elena y Claudio iban componiendose la ropa y el pelo, ellas estaban una contra la otra de pie contra la pared. La luz que se colaba por la puerta que quienes se acababan de marchar, habían dejado abierta, le permitió ver, al volver su mirada hacia Paulina, que ésta ya la miraba muy intensamente.
No hubo más risas, el tiempo se congeló ahí y la electricidad surcaba sus cuerpos.
Examinaba su expresion. No era la misma que cuando la encontró allí sorprendida. Conocía el pozo de agua profundo que eran los ojos de la delgada mujer que aún mantenía sujeta por los hombros. Podía jurar que había una súplica en ellos, podía notar cómo su respiración se desacompasaba, porque la suya propia también lo hacía.

Finalmente, haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, le pasó la mano por la mejilla: "Estas bien? Vamos" Paulina se aclaró la garganta y asintió, dando el primer paso para dirigirse de vuelta donde los demás.
"Esa niña me va a oir" " Que no te metas", insistió la rubia.

Al llegar al salón, todo parecía haber vuelto a la normalidad, pero día con día le quedaba más claro que, entre las dos, algo estaba pasando. Sensación inversamente proporcional a saber qué hacer con ello.

En tus ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora