Ancla

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"Los seres humanos de mucha luz, no tienen límites, a causa de que son fuertes. Es hora de empezar a vivir, sonreír cada alba, poner en marcha tu enorme potencial, levantar el ancla y transformarte en un coleccionista de historias". - Leo Pavoni. 

Todos los problemas que alejan al ser humano de la felicidad están anclados al pensamiento, ese pensamiento que puede ser peligroso y precioso a la vez. Durante el día, me suelo preguntar adónde voy o cuál es el viaje de mi vida. La esperanza de seguir la corriente del mar sin manejar las riendas de tu vida es un proceso duradero pero saludable. ¿Por qué? Porque no enfocas la atención en los días consiguientes, sólo en levantarte y agradecer que es un día nuevo, siendo cada uno diferente respecto a los anteriores. Si anclamos nuestros pensamientos a las etapas donde pertenecen, uno se da cuenta que su vida avanza y no teme al fracaso. Lo que una vez fracasa, no fracasará más en un futuro, porque se ancla en su etapa correspondiente. ¿Qué no es saludable? Sobrepensar las situaciones pasadas anclándote en diferentes etapas de tu vida, provocando las ruinas de tu pensamiento. Lo necesario es poner las cosas en una perspectiva más amplia, establecer plazos cortos para las decisiones, convertirte en una persona de acción, darse cuenta de que no se puede controlar todo, etiquetar los recuerdos negativos como "pensamientos" y sentir que puedes cortarlos de raíz con tu voz interior. 

Durante muchos años de mi vida, he tenido el hábito de pensar mucho y actuar poco, es decir, esos momentos negativos los he convertido en aquellos pensamientos antes de dormir y ahogarme en el oscuro agujero conocido como la ansiedad. A veces puede ser incontrolable, sientes que nadie puede ayudarte porque la mente está en colapso y la palabra esperanza se vuelve invisible. Unos meses después, tras haberme sentido en el fondo del océano con mucha presión por encima de mí, he tocado fondo para desenterrar la palabra esperanza y anclar mis miedos bajo mis pies. La voluntad de querer salir se iba convirtiendo en un hábito saludable, donde yo podía ser completamente libre y pensar siempre a color, no en ese color blanco y negro. Tocar fondo es el inicio de limpiar tus pensamientos y el camino hacia una nueva vida aún teniendo la tuya, empezar de cero es una bendición que todo ser humano debería apreciar como el regalo de respirar y sentir la brisa del viento acariciar tu piel. Nunca es tarde para ahogarte en un mar profundo, sentir los pies sobre la arena y decir: he tocado fondo.

Al igual que sentimos los pies sobre la arena, anclemos las palabras para perdonar a los demás de situaciones pasadas, y a la vez, perdónate a ti mismo por esas noches donde la luz de la luna era la única que podías ver. Hemos nacido para triunfar, no para soportar la presión del océano que está por encima de ti. Si queremos amar al océano, que sea acercándonos a la orilla y mirar al horizonte, con la confianza de que eres humano y vives por muchas razones. El océano siempre te va a perdonar por encima de todo lo vivido, te conoce porque has estado en lo más profundo y no te ayudará a salir del fondo, porque tu fuerza interior es sumamente poderosa para salir de ahí. En cierto modo, nos asusta fallar, no toleramos las críticas porque nuestra salud mental no es estable. Aristóteles recomendaba demorarse en los aspectos equívocos de la vida, porque nos abren nuevos horizontes. La palabra "ancla" en latín es "sublatis ancoris", más bien quiere decir "abertura articulatoria". Pues de aquí he sacado la conclusión de que es esa abertura interna, cuando queremos salir de lo más profundo, pues anclamos nuestro ancla emocional y nos abrimos a sentir el olor a vida nueva. Una cita muy famosa de los antiguos humanos de Roma: "Que tu error de hoy sea tu maestro de mañana". No podemos limitarnos al triunfo siempre, es necesario fallar, errar, para llegar al triunfo. La satisfacción que se siente cuando uno falla, es sin duda el ancla de la maestría. La maestría es la habilidad y pericia para enseñar algo. No se trata de enseñar quién eres al mundo, sino de enseñar a tu mente que no vas a anclarte más en el pasado y vas a errar el presente para adentrarte en la magia del futuro. 

Cuando era pequeña, sentía la derrota en mis propias manos al cometer un error del que no veía salida. Es algo que quizás cuesta borrar de tu mente, pero si miramos con atención a esos errores, es la novedad diaria. ¿Qué quiero decir con esto? Si has errado en tu vida, no hay que malinterpretar para evitar el terreno de la derrota, sino apreciar que esa novedad ha decidido tocar la puerta a tu corazón con la certeza de que estás hecho un guerrero/a y crecer con valentía. Voy a contar una anécdota personal: Un día, al volver a casa después de clase, llegué llorando porque había cometido un error delante de todo el mundo. Sentí mucha inseguridad y cualquier cosa me afectaba, hasta un abrazo me rompía en pedazos. Necesitaba buscar esa estabilidad emocional pero no sabía por dónde empezar. Una noche, tras haber llorado muchos días seguidos, vi la solución frente a mis ojos. Me coloqué frente al espejo, me sequé la cara con una toalla y mi voz interior dijo: "Los espejos son esos objetos donde no encontramos reflejada la imagen que tenemos, sino la imagen que tememos".  Esa fue la lección que tomé hasta hoy día, es decir, me veía como un monstruo creado por los pensamientos de la sociedad. No quería verme con lágrimas en los ojos, sino sonrisas llenas de esperanza. Al siguiente día, al pisar mundo, me sentía diferente. Sentía la paz mental que me levantaba de los días oscuros para ver al Sol brillar. Reconocerse uno mismo es el sinónimo de paz con uno mismo. Todos hacemos la vida más bella con solo oír el canto de los pájaros, sentimos la belleza de lo que nos rodea. Así que, si aún no has encontrado salida, mírate al espejo con la certeza de que hay veces que el escalón hacia la esperanza no sólo nos lo ofrece el ancla del océano, sino la voluntad propia.

Encontrarse a uno mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora