UNA GUERRA SIN ENEMIGO.

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Echo de menos la España de antes,
aquella rica en cultura y tradición sin sangre,
antes de la crisis, mucho antes del hambre,
antes de llegar el virus y que se incendiaran las calles.

Añoro recitar las quejas infundadas,
las que todo adolescente comunica sin palabras,
gestos, expresiones y caras singulares,
mientras se descuelga la razón de nuestros ideales.

Estoy cansado, derrocado cual peón,
después de tal fortuita estrategia sin tener el control,
me falta aire, pues todo lo ocupan medidas,
me falta el tiempo que el toque de queda nos quita.

Ya no río como reía sin un tapabocas permanente,
pues el valor que tenía una sonrisa
como ya ni se ve, ¿Que más da que ya no exista?

Camino a paso rápido en medio de tal ardua batalla,
de una guerra sin enemigo,
de preguntarme cada día,
si tras todo esto
me queda algún amigo.

Ya no quiero papá, no te debo rencor,
pensé que eras el villano cuando todo era blanco y negro.
hasta descubrir que vivía bajo un cielo gris
y cuando lloraba el cielo, el monstruo de mi casa volvía a rugir.

Y no podía más, y no podré más,
mi columna carga con demasiadas pesadillas,
que mi cabeza le dirá para no recordar,
mientras huye de incendios que no puede sofocar.

Pero a pesar de todo, sigo regando los claveles,
los que florecen de los amores, y las relaciones que aun no mueren,
porque aprendí que si no das, no recibes,
y se debe dar vida lo máximo que duren.

INMARCESIBLE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora