Capítulo 1: Como hermanos.

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Año 2012 (9 años atrás)

Levantó la vista del libro que sostenía entre sus manos para luego suspirar de aburrimiento. Las vacaciones no estaban siendo nada parecido a lo que ella había imaginado. La sobrecarga de trabajo de su mamá, la cual había logrado que se quedaran en la ciudad, más la ausencia de su mejor amiga estaban haciendo de estas el tiempo libre más aburrido de su vida.

Sonrió al pensar en Anahí, su mejor amiga, a quien imaginaba recostada en una hamaca, disfrutando de las playas de Cancún, mientras se robaba la mirada de todos los chicos que tuvieran la suerte de estar cerca, como siempre. La rubia era diametralmente opuesta a ella en todos los sentidos, pero hacía de su vida toda una aventura y vaya que la estaba extrañando. En estos momentos era cuando lamentaba haber sido tan radical en pedirle a sus padres que no tuvieran más hijos, pues un hermano o hermana con quien charlar o con quien compartir el aburrimiento no le vendría nada mal.

Iba a levantarse para ir a ver una película, cuando el enorme camión de mudanza llamó su atención y tras él una gran camioneta urbana color azul. Se detuvieron en la casa de enfrente, la cual llevaba en venta por varios meses, pero al parecer nadie se había mostrado interesado hasta ahora. Se incorporó en el asiento ubicado en el porche de su casa, para ver con atención quienes serían sus nuevos vecinos. Hasta ahora era lo más emocionante que había pasado en semanas, no lo desperdiciaría yendo dentro.

—¿Te gusta? —preguntó mirando a su esposa.

—Es hermosa mi amor, me encanta —dijo ilusionada.

Luis volteó al auto e hizo señas a su hijo para que lo mirara

—Christopher, baja del auto —Ordenó. Vio a su hijo refunfuñar y luego bajar con aire desganado—. ¿Qué te parece? —preguntó pasándole un brazo por los hombros.

—No está mal.

—Anda hijo, cambia esa cara. Te gustará esta ciudad —mencionó su madre tratando de animarlo.

—La ciudad es lo de menos, quiero a mis amigos, mi colegio... todo lo que tenía

—Oh vamos —dijo su padre, entrechándolo un poco con su brazo—. Aquí harás amigos nuevos —dio un rápido vistazo alrededor—. Por ejemplo, mira al frente, hay una linda jovencita mirando hacia acá. ¿Por qué no vas a presentarte con ella? Parece de tu edad

Christopher la miró de reojo ante la propuesta de su padre.

—Claro que no, mejor voy a escoger mi cuarto —dijo para luego ponerse sus auriculares y caminar dentro de la casa.

Dulce apretó con fuerza el libro entre sus manos. El chico del frente era muy guapo, pensó y agradeció al cielo por tener algo que hacer durante el mes que quedaba de vacaciones. Se aseguraría de conocer al nuevo y lograr que fueran amigos. Sonrió con la idea en mente y entró en la casa.

Los días habían pasado y el vecino no parecía querer salir de su guarida, no lo había visto desde la mudanza y se negaba a ser la pesada que se fuera a plantar en su puerta para presentarse. ¡Qué decepción con el chico!

Bajó las escaleras y se encontró con su madre poniendo la mesa para muchas personas

—¿Tenemos invitados? —preguntó sacando una galleta de uno de los platos, para luego sentir el flojo golpe de su madre sobre su mano.

—Si, vienen los nuevos vecinos a cenar, así que alístate —respondió Blanca.

A Dulce se le iluminó el rostro de la emoción

—¿Los nuevos vecinos? ¿Los de enfrente?

—¿Qué otros mijita? Claro que los de enfrente. Hoy me encontré con la señora en el mercado, es tan simpática y está tan sola en el barrio. Así que la voy a integrar un poco —la miró—. Qué haces ahí niña, por favor anda a cambiarte, están por llegar.

Ella o yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora