uno

1.7K 137 101
                                    

Thomas Brodie-Sangster no estaba teniendo un buen día.

Su vuelo a Boston había llegado tarde, luego, alguien le robó su billetera, que tenía la tarjeta de crédito de Thomas, su pasaporte y todo su efectivo; y ahora el tipo que se suponía que lo recogería también llegaba tarde.

Thomas miró su teléfono por lo que pareció la centésima vez y frunció el ceño, mirando alrededor del abarrotado aeropuerto de Boston. Su hermano le había asegurado que su amigo estadounidense lo recogería, pero había pasado una hora desde su llegada y el tipo todavía no se veía por ninguna parte.

Simplemente brillante.

Hablando estrictamente, no era como si tuviera que ser recogido: tenía veinte años, no era un niño, pero luchar contra su mandón hermano mayor en esto era más problema de lo que valía la pena. Como el hijo más joven de su gran familia, Thomas había aprendido hacía mucho tiempo cuándo elegir sus batallas y cuándo guardar sus energías.

Jack siempre había sido sobreprotector con él. Pensaba que Thomas era más un hijo que un hermano. Probablemente era inevitable, teniendo en cuenta su importante diferencia de edad y el hecho de que Jack prácticamente lo había criado desde que Thomas era un niño pequeño. No hace falta decir que Jack no aprobó su decisión de pasar el verano en el extranjero solo, e insistió en que Thomas se quede en casa de un amigo de confianza. Al menos no le había prohibido ir directamente. Podría haberlo hecho, ya que Thomas era un estudiante arruinado que dependía económicamente de su hermano mayor.

A Thomas le daba un poco de vergüenza que todavía fuese un bebé, pero en su mayoría había aprendido a sobrellevarlo. Había tratado de ser independiente antes, cuando se mudó de la casa de Jack a los diecisiete años, pero no había esperado lo difícil que sería estar solo. Londres era caro y había terminado compartiendo una habitación pequeña con otros dos chicos de su clase.

Ciertamente había sido una experiencia de aprendizaje: había aprendido que a veces el orgullo era estúpido e inútil. Se había sentido avergonzado pero aliviado de regresar a la casa de Jack con la cola entre las piernas. Desde entonces, no se había rebelado nuevamente, aceptando el apoyo financiero de Jack hasta el momento en que pudiera ser independiente sin tener que saltarse las comidas para pagar el alquiler.

Pero aún así, tener que depender del apoyo financiero de Jack para sus viajes mientras trataba de descubrirse hizo que Thomas se sintiera un poco incómodo. Por eso había aceptado quedarse en casa de un amigo de Jack: no quería que Jack pagase por sus

hoteles también.

Su teléfono vibró en su mano.

Alexander Lightwood, se leía en el identificador de llamadas.

Aliviado, Thomas respondió.

—Hola —dijo, un poco incómodo. Él y Alexander no se conocían tan bien. Alexander había sido invitado a cenar en su casa cuando había estado en Londres el verano pasado, pero con lo numerosa que era la familia de Thomas, apenas habían hablado entre ellos—. Gracias por venir a recogerme. Estoy en el terminal...

—En realidad —Alexander lo interrumpió—. Realmente lo siento, pero no puedo recogerte. No tienes idea de cuánto lo siento, pero tampoco podrás quedarte en nuestra casa.

Thomas parpadeó, perdido.

—Oh. Eso está... —Está bien, quería decir, pero no estaba realmente bien. Estaba en una ciudad desconocida, en un país diferente, sin dinero, sin tarjeta de crédito y sin pasaporte.

—Los padres de mi prometido tuvieron un grave accidente ayer en Brasil —dijo Alexander, con voz disculpada pero distraída—. Ya estamos en Río. Deberíamos haberte dejado una llave, pero nos fuimos con tanta prisa que tu llegada se me olvidó.

(a)sexual ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora