diciasette

959 108 48
                                    

—¡No, Dylan, de ninguna manera!

Thomas estaba riendo, intentando tirar de las sábanas para cubrir su cuerpo desnudo, con un éxito limitado, ya que Dylan estaba sentado sobre ellas.

—Quédate quieto —lo regañó Dylan, su lápiz volando sobre su cuaderno de bocetos.

Thomas gimió, haciendo una mueca.

—Vamos, debo ser un espectáculo —Acababan de tener sexo, y él tenía fluidos corporales, mordeduras de amor y contusiones en forma de dedo por todo el cuerpo—. Parezco un puto —se quejó.

Dylan lo ignoró, como solía hacer cuando estaba de humor creativo, su mirada se centró por completo en su dibujo.

Thomas no pudo evitar sonreírle con cariño. En momentos como este, Dylan le recordaba a su hijo. Liam también se enfocaba locamente cuando estaba construyendo algo con su set LEGO.

Su sonrisa se suavizó al pensar en Liam. En la semana que se había ido, el niño había progresado muy bien. La psicóloga infantil que Dylan había elegido para ser la niñera de Liam realmente era buena. De alguna manera había logrado hacer que Liam fuera más amigable con su padre. Thomas se puso un poco celoso, para ser honesto, que ella hubiera tenido éxito donde él había fallado. Le hubiera gustado ser el que cerrara la brecha entre el padre y el hijo, pero sobre todo se sintió aliviado y feliz, feliz de ver a Dylan tan contento y satisfecho con el mundo.

Te tiene tan mal que ni siquiera es gracioso. ¿Eres feliz porque él es feliz? ¿Como ahora? Thomas trató de alejar el incómodo pensamiento.

—No frunzas el ceño —dijo Dylan, su mirada parpadeando entre Thomas y su cuaderno de bocetos.

Sonriendo, Thomas puso los ojos en blanco.

—Sí, señor. Como desee.

La mano de Dylan se detuvo.

Levantó los ojos hacia Thomas y lo miró fijamente.

Thomas tragó saliva.

Dylan dejó a un lado su cuaderno de bocetos y rodó sobre él. Thomas rodeó su cuello con los brazos y tiró de Dylan hacia abajo hasta que sus bocas se unieron y todo lo demás desapareció.

Cielos, este hombre. Nunca tendría suficiente de él.

🦖

Thomas siempre había sido una persona madrugadora. Nunca había entendido a las personas que podían descansar en la cama toda la mañana. Pero en las últimas semanas había desarrollado una nueva apreciación por las mañanas perezosas y tardías. Se había dado cuenta de que si tenía a alguien con quien quería pasar todo el tiempo en la cama, todo cambiaba. Los sábados y domingos por la mañana, cuando Dylan no tenía que ir a trabajar, eran sus favoritos absolutos.

Desafortunadamente, esta mañana no fue una de ellas. Thomas refunfuñó entre dientes en señal de protesta cuando Dylan trató de extraerse a sí mismo de la maraña de extremidades en la que habían estado.

—No.

Una risita.

—Tengo una reunión importante esta mañana a la que no puedo llegar tarde.

Con un puchero adormilado, Thomas apretó los brazos alrededor de Dylan y repitió:

—No —No te vayas.

Hubo silencio durante un rato, agradable y cálido. Thomas nunca pensó que el silencio pudiera sentirse cálido, pero lo hizo, y él se deleitó en él. Contrariamente a sus palabras, Dylan no parecía tener mucha prisa por levantarse de la cama, su mano enredándose el cabello de Thomas.

(a)sexual ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora