Parte 11

359 49 67
                                    

Karamatsu no podría encontrarse más feliz y lleno de dicha; el chico que le gustaba se habría confesado de la nada, aunque de aquello apenas llevaran un mes era como si tuviese una eternidad en la relación por lo cómodo que se sentía en compañía del otro. Su participación en las sesiones fotográficas aumentó repentinamente, acorde a su jefe, resplandecía como nunca. Yanagida dejo por completo de molestarlo, buscando contrariamente agradarle en un intento de obtener un poco de información sobre Ichimatsu. La interacción con su familia habría disminuido notablemente, pero extrañamente no le causaba tristeza alguna.

Por su parte, los hermanos habrían notado un claro distanciamiento, Kara tenia cada vez menos tiempo para pasar con ellos o sencillamente prefería no acompañarles en sus juergas. Tal situación los molestaba o entristecía, pero ninguno se atrevía a reclamarle.

Osomatsu era quien más había notado el cambio de su hermano, pese a que el resto lo etiquetara como un vago e idiota, el primogénito era más astuto de lo que aparentaba. Se percató de que Karamatsu ahora acostumbraba ir al trabajo siempre con una mochila donde supuestamente portaba su uniforme, pero en una oportunidad Osomatsu descubrió al interior de la misma ropa bastante elegante. En otra ocasión pudo ver por causalidad cuando Kara le entregaba a su madre una buena cantidad de dinero, contrario a lo que solía decir de no ganar mucho en su trabajo.

- ¿Karamatsu nii san? – le llamó Totty al ingresar a la recamara, topándose solamente con Osomatsu recostado en el sofá leyendo un manga.

- No esta – respondió el mayor sin apartar la vista de su lectura.

- ¿Salió? – Se quejó con un puchero infantil – quería que me acompañara a la plaza, hay una nueva tienda de ropa que quiero ver – explicó cruzándose de brazos, notoriamente enojado.

- Lástima – respondió el otro con simpleza mientras pasaba una página.

- Osomatsu nii san... - le llamó con dulzura.

- No – respondió de inmediato al adivinar sus intenciones.

- ¡Agh, no importa! Puedo ir yo solo – tras usar un tono indignado se retiró sin más dejando la puerta abierta.

Osomatsu cerró el libro y mantuvo la vista en el techo, Karamatsu había salido otro sábado sin decirle a nadie. No necesitaba ser un genio para adivinar con quien se vería, lo que solo confirmaba su teoría de que mantenía una relación con el niño rico a cambio de regalos y dinero. Como nini admiraba dicha táctica, pero como hermano mayor le molestaba de sobremanera.

Tomó lugar en el sofá mirando la salida – Quizá deba ir a buscar una mujer dispuesta a mantenerme – se dijo con tono esperanzado - ¿Pero quién querría a un tipo como yo? – finalizó recostándose nuevamente en el sillón con los brazos bajo la cabeza.

- No faltara alguna loca.

Osomatsu no se molestó en levantarse para ver a Choromatsu que, aparentemente, escuchó su breve monologo – Al menos seriamos un par de locos felices – admitió con burla.

El tercero ingresó hasta quedar de pie junto al sofá – Necesitamos hablar – aseguró con los brazos en la cintura.

- Si es sobre dinero, no tengo – admitió antes de girarse para darle la espalda.

- Eso no es novedad... ¿Has notado lo diferente que esta Karamatsu nii san? – cuestionó con ligera preocupación en la voz.

El mayor se mantuvo en silencio unos segundos - ¿Cómo qué?

- No sé exactamente, es como si de repente ya no existiéramos para él, no es que quiera su atención ni nada – corrigió de inmediato, avergonzado de admitir que quizá, extrañaba la convivencia con el segundo – el resto también lo ha notado un poco, es algo... diferente a lo usual.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora