Parte 12

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Atsushi revisaba algunos documentos sobre su escritorio, refunfuñando cada tanto por tener que verse encerrado en aquella oficina y no poder haber disfrutado un día libre con su novio. Ante la última palabra pasando por su mente le fue inevitable sonreír, "novio" le parecía ahora una de las pronunciaciones más bellas. Dejó caer su cabeza sobre el escritorio, ligeramente avergonzado por las repentinas ideas cursis que antes desconocía poseer.

El joven empresario era dichoso por la aceptación de Karamatsu, los días en su compañía eran invaluables y cada vez conocía más del Matsuno; sin embargo, todavía existía una línea que no lograba cruzar, al parecer el lindo chico que robó su corazón era un inexperto en la cercanía física, los besos no eran problema, tal acto era una nueva adicción para ambos, pero en cuanto Atsushi intentaba ir un poco más lejos, su pareja terminaba retrocediendo o inventando alguna excusa para huir, tales actos le parecían hasta cierto punto adorables, pero no lo suficiente para disminuir su deseo. Suspiro con cansancio, a ese paso necesitaría una ducha fría.

Suaves toques a la puerta le obligaron a erguirse y reponerse – Adelante – indicó mientras sujetaba una hoja, fingiendo leerla.

- Señor, alguien le busca – un joven le informó en cuanto abrió la puerta.

- No tengo citas programadas, dígale que haga una – ordenó con cierto cansancio.

- Eso se le dijo, pero es bastante insistente, dice que seguramente lo recibiría.

Lo escuchado llamó la atención de Atsushi, dejando el papel observó a su asistente - ¿De quién se trata?

- Dice ser Matsuno.

Atsushi casi salta de su asiento ante el apellido – Dígale que pase – respondió sin duda ante la clara sorpresa del otro quien se limitó a asentir antes de retirarse. El trajeado acomodó su corbata y sonrió con emoción, desconocía que Karamatsu estuviese al tanto de la dirección de su trabajo, seguramente Totty le daría el dato, como fuera, estaba agradecido de tal sorpresa. Tomó lugar en su gran silla, recargándose un poco y cruzando una pierna, buscando una buena pose para impresionar a su invitado.

- ¡Vaya lugar tan aburrido! – Exclamó Osomatsu en cuanto ingresó – un par de cuadros coloridos no estarían mal – opinó al cerrar la puerta y pasear la vista por el lugar.

Atsushi se mantuvo estoico, reprimiendo el impulso de sacar a patadas al sujeto de polera roja – Osomatsu – pronunció en voz baja y con recelo - ¿Qué haces aquí?

- Solo pasaba por el rumbo ¿Te interrumpo? – preguntó al sentarse en un pequeño sofá café que estaba cerca de la entrada.

- En efecto, tengo mucho trabajo que hacer – se acomodó con los brazos sobre el escritorio y las manos entrelazadas – así que, ¿A qué has venido exactamente?

Osomatsu mantuvo una expresión serena, apoyando los codos en sus piernas y entrelazando las manos imitó la pose del otro – quiero que te alejes de mi hermano – sentenció sin borrar la sonrisa amable.

Atsushi no se inmutó ante el pedido, contrario a ello le parecía cómica la situación, después de todo, los sextillizos ya pasaban de los veinte y aun así el primogénito parecía tener complejo de hermano sobreprotector.

- ¿Qué te hace creer que lo hare?

- No estas comprendiendo, no es una petición, es una advertencia.

- Oh, ya veo, pero es muy osado de tu parte venir a mi oficina con una amenaza tan absurda y creer que accederé tan fácilmente – bajó sus manos para acomodar los papeles que tenía enfrente – si no tienes nada más interesante que decir, ya conoces la salida.

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