Interiorización

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Suspiró por tercera vez en ese rato. Estaba siendo complicado estar lejos de la mente maestra de las ordenes que tenían, despues de todo...Ugh

-Oye, confía en el, sabe lo que hace. Tal vez no lo parezca, pero todo tiene un porqué cuando se trata de sus cosas.

-Si lo se-Devin asintió con la sonrisa que te calmaba, ese chico era muy especial.

Agradecía eternamente que se le hubiera ocurrido la gran idea de usarlo para llegar a su amor platónico, si sonaba mal pero...Bueno, ya se había disculpado.

Ese chico era amable y comprensivo, amigable, dócil, divertido y maduro. Vaya, no iba a mentir, la chica que estaba con el era afortunada sin duda.

En un principio debía admitir que no le agradaba del todo su actitud infantil, ingenua e inocente, aunque era increíblemente amable, el echo de que fuera tan...Devin era algo que no terminaba de agradarle.

Si, ese era un término oficial en Hogwarts.

Devin era, al igual que su mejor amigo Eduard, muy conocido en Hogwarts, lo era incluso antes de unirse al grupo del principe de Slytherin; debido, precisamente, a su personalidad tan tranquila y atractiva. Era el tipo de chico al que podías conocer en menos de un minuto y al siguiente contarle toda tu vida, inspiraba una confianza y una calma que no eran normales.

Adam tenía la teoría de que esa magia que tenía en las personas era debido a su sonrisa, o al menos lo que esta transmitía. Transparencia, inocencia...Eso más sus palabras y su voz suave, le daban una apariencia de un ángel.

Si, Devin Thompson Roy era jodidamente atractivo exterior e interiormente, aunque luego de conocerlo te olvidabas de su encanto exterior, pues quedabas completamente encantado con su inteligencia y su personalidad que, mierda...Eran divinas.

Estaba agradecido realmente, por haber cambiado su percepción de el chico de Ravenclaw, que se había transformado con el propio crecimiento del chico castaño. Que era de echo, contrario a lo que había ocurrido con Eduard.

Admiraba a Devin con todo su ser, era todo un adulto, uno bueno; demasidado bueno para ser real.

El si era perfecto.

Adam realmente se planteaba si Devin tenía la dicha o la desdicha de convivir con dos de las personas más...Curiosas de Hogwarts. Megan y Eduard, el antiguo dúo dinámico de la escuela.

Megan era...Dios mío; Adam no tenía nada en contra de ella, de echo, le agradaba; aunque debía admitir que sentía pena por la chica. 

Sentía pena porque realmente...Si te hacías la pregunta ¿Quién es Megan? No piensas en que es una bruja excelente, con capacidades de duelo impresionantes, dejando de lado el que era descendiente de Lord Voldemort y que no tenía a nadie más...No se le venía nada a la mente.

Era una chica muy vacía, que había llegado a la escuela y...Dudaba que Eduard la hubiera ayudado de cierta manera, de echo, consideraba que era afortunada pues había tenido la oportunidad de convivir un poco con Devin, pero solo eso.

Habían hablado un par de veces y relamente era muy aburrida. No entendía porqué Eduard había estado interesado en ella en primer lugar. El tenía la teoría de que era por lo interesante de su historia familiar. Devin por otro lado, tenía dos teorías.

1.- Por la simpleza de ella, pues Devin reconocía que Eduard era muy complejo en muchos sentidos. Mientras Megan tenía solo blanco y negro, tal vez un solo gris en medio; Eduard era una amplia gama de matices. Por lo que Eduard se sintió atraído ante esa simpleza.

2.- Devin aseguraba que cuando Eduard se sentía triste, solo o aburrido; solía obsecionarse con cosas, personas...Lo que sea que le pareciera interesante.

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