Blaise Zabini

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Los alumnos habían regresado al colegio, y esto no alegraba del todo a Megan. Por un lado, Draco regresaba y ella ya no estaría todo el día en el despacho de Severus, para escapar de Umbridge, que últimamente le seguía el paso todo el tiempo.

El pobre de Severus ya estaba algo cansado de escuchar sus dramas adolescentes, de que extrañaba a Eduard Robbinson, a Devin Thompson y Hermione Granger; y que las cosas estaban algo tensas con el joven Malfoy. 

Sin embargo, no le hacía nada de gracia, puesto que eso significaba que los exámenes se acercaban y ella no estaba del todo concentrada.

Para ser honesta, le preocupaba Potter. Severus le había dicho que sus clases de Oclumancia se habían terminado, todo por que el muchacho era un insolente y no ponía empeño. Y eso no era nada bueno.

Por otro lado, Voldemort al fin había pedido al profesor Snape que ella aprendiera esa parte de la magia, pues ella sabía perfectamente lo que estaba planeando y no quería que por un descuido, Dumbledore se enterara.

Aunque ya realmente Dumbledore no lo preocupaba tanto, pues si bien no estaba en el colegio, sabía que solo era cuestión de tiempo.

Y ahora que ella dominaba dicha magia (no había tardado mucho en entenderla), ella consideraba seriamente enseñarle a Potter. El único problema era donde y cuando. Umbridge no se los dejaría tan fácil, especialmente luego de que el grupo secreto de Harry había sido descubierto.

-Mierda-Se dijo al ver a Umbridge recorriendo el pasillo que ella estaba utilizando. Tenía un castillo monumentalmente grande y se le ocurría pasar por ahí. 

Megan siguió su camino, pues si regresaba sería obvio que estaba planeando algo. Y no estaba de humor para hablar con ella en su despacho.

Pasó por su lado, sintiendo la mirada de esa horrible mujer y esperando que dejara de seguirla giró en la esquina continuando con su búsqueda. Se detuvo abruptamente ¿Cómo no lo había pensado?

Había un lugar al que solo ellos dos tenían acceso, la cámara de los secretos. Por una vez en su vida agradeció infinitamente ser descendiente de Voldemort. Corrió a la torre de Gryffindor con un poco más de ánimo.

Ahora solo tenía que citar a Potter a una hora en la que ambos pudieran ir sin ser vistos. Tendría que discutirlo con él, cuando comenzaran a practicar.

Al llegar tomó un pergamino y rompió un trozo, no sería un mensaje largo, y lo enviaría por medio de magia, para evitar que personas indeseadas lo leyeran.

Cámara de los secretos a las 7 pm, no faltes.

Y firmó el papel bajo el nombre de Megan Cooper Hill. Si bien todos la llamaban por los apellidos de su padre, se sentía más cómoda con el de su madre. 

Con un toquecito de su varita lo hizo desaparecer, ahora solo tenía que esperar a la hora acordada, iría un poco antes, para evitar que se encontraran en el camino y que levantaran sospechas. 

Salió de la torre de Gryffindor, esperando que Potter se tomara en serio la petición. Sabía que solo el la leería, pues había encantado el papel. Si no eras Potter, no podías leer el papelito. Lo que le preocupaba era que no fuera.

Aunque no tenía razones para no ir. 

Esperaba que no fuera muy tarde, y que Voldemort no estuviera poniendo en marcha su plan, sabía lo que haría, pero no sabía cuando.

No importaba, lo único que le interesaba era que Potter no viera aquello, por que sabía bien que iría. 

Iría y se lo dejaría muy fácil a Voldemort. No dudaba que Harry era un gran mago, por que lo era...realmente lo pensaba, pero, al igual que ella, se dejaba llevar por sus sentimientos. 

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