Mi interpretación

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Última parte

PARTE 5: Quiebre

Los recuerdos lo golpearon, como si los estuviera viviendo ahora mismo.

-Eduard cariño, volveremos más tarde-Dijo su madre, haciendo que el niño de ocho años la mirara interrogante-Debemos ir al ministerio, tu padre y yo vamos a arreglar un asunto-Ella miró a su esposo con una mirada que el niño no supo descifrar.

¿Cómo podría? Era un niño que apenas entendía el mundo, lo único que sabía era lo que sus padres decían.

-Sigue trabajando, cuando llegue te pediré demostraciones de tu avance-Y así lo hizo.

Si tan solo hubiera sabido que no volverían. Tal vez hubiera escrito a sus tíos para que lo sacaran de la estúpida casa lo antes posible. Posiblemente si sus padres no hubieran ordenado al elfo que se quedaran en la casa, el niño no se habría hecho ilusiones.

La hora de la cena llegó, y el niño se negó a comer. No podía comer solo, su padre se enojaría. Aún así, cuando ya pasaba de la media noche y su estómago gritaba por comida, se fue a acostar, con la seguridad de que en la mañana sus padres estarían en la casa, como siempre.

Oh Eddie.

Despertó a las cinco de la mañana ese día, convenciéndose de que habían vuelto cuando estaba dormido, por eso cuando se levantó tenía puesta su piyama...Su decepción sería grande cuando se enterara de que el elfo se encargó de cambiarle la ropa.

El elfo le preparó sus galletas favoritas para desayunar, y se sintió muy feliz...No podía comerlas con papá cerca.

Hizo su rutina normal, ir a la biblioteca y repasar hechizos, revisar una lección de los libros con los que estaban trabajando y aprenderla de memoria, pues no quería un regaño cuando sus padres volvieran.

No lo hicieron.

Un poco asustado, ya cuando llegaba la noche, comenzaba a plantearse la idea de escribirle a sus tíos...¿Y si les había pasado algo? Pero, eran los Robbinson, magos prestigiosos, ricos, poderosos y amados por la comunidad mágica. Seguro estaban bien y volvían más tarde.

¿No?

Sin importarle el regaño, una vez despierto abrió la puerta de la habitación de sus padres...Esperaba verlos ahí.

No estaban

-Tal vez están abajo-Se dijo con la voz temblorosa, estaba algo asustado.

Bajo las escaleras con rapidez y comenzó a llorar cuando no los vio por ningún lado. ¿Dónde estaban? ¿Había hecho algo malo?

-Señor Eduard, le prepare otra vez sus galletas favoritas...por favor no llore-Las comió con recelo ¿Cómo podían gustarle esas asquerosas galletas del infierno? Sabían muy mal.

-Corban-El elfo se giró para ver al niño con el plato a medias, se sorprendió pues normalmente se las acababa-¿Mañana podríamos desayunar otra cosa? Por favor-Se sintió mal por el niño. 

-Si señor, lo que usted quiera.

-Lo que sea...solo no quiero esto y cuando almuerce ¿Puedes comer conmigo?

-Señor tengo estrictamente prohibido...

-Te lo ordeno.

-Como usted diga señor.

Esta vez decidió estudiar en la sala, así su padre lo vería y se sentiría orgulloso, por que a pesar de su ausencia el trabajó duro. 

Cayó la noche, un sentimiento de amargura y abandono lo hicieron llorar por horas. Intentaba convencerse de que volverían, quedándose dormido con lagrimas aun cayendo de sus ojos.

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