Capítulo 2

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Me calmaba un poco no estar sola en casa, habían venido a arreglar unas llaves de agua tanto de la cocina como de los dos baños. Tenía que supervisar que estuvieran haciendo bien su trabajo, por suerte los hombres que trabajaban eran amables y respondían cualquier pregunta que tuviera. Mi celular vibró en mi bolsillo cuando me senté en las escaleras, noté algunos mensajes de mi padre preguntando cómo iba todo.

Al responder y enviar el mensaje, levanté la mirada a la puerta que está abierta, allí había un chico de cabello azul, tenía labios carnosos y al verme sonrió de lado moviendo su mano.

— ¿Te puedo ayudar en algo?—me levanté de nuevo caminando en su dirección.

— Buenos días, soy Im Jaebum...

— Oh, eres el hijo de la señora Im—reconocí.

— ¿Nos conocimos?

— No, sólo te vi cuando llegamos aquí—expliqué— Soy Olivia Lee— extendí mi mano.

— En Corea acostumbramos más a hacer una pequeña reverencia— corrigió sonriendo divertido. Sus ojos se volvían pequeños cuando lo hacía, aceptó mi mano mostrándome lo que decía— Mi madre quería saber si necesitabas algo, no de fía de que estés sola aquí con esos hombres trabajando.

— Estoy bien, gracias— forcé una sonrisa.

—¿Donde aprendiste a hablar coreano?

— Tuve que aprender un año antes de venirnos aquí— le resté importancia— Jaebum, como puedes ver estoy bien, dile a tu madre que no se preocupe.

— Se lo haré saber—asintió. Este chico era muy dulce pero su cabello era poco común, al menos en Chicago era poco común ver personas con esos colores escandalosos—Mi madre quiere que pases por casa esta tarde para almorzar.

"No niego que es agradable que alguien se preocupe por mi"

— No estoy acostumbrada a comer comida coreana, pero me interesa—sonreí de forma sincera— Estaré allí, debo volver con los hombres en la cocina.

— Claro, te esperamos entonces, Olivia.

— Claro— me despedí cerrando la puerta.

                               [ ... ]

Había puesto música para ni estar en un ambiente tan silencioso, había tomado un baño y terminaba de vestirme. Le había avisado a mi madre que estaría en casa de la señora Im y se contentó, al parecer llegarían tarde esta noche.

Me miré al espejo teniendo los Jeans puestos que cubrían las misteriosas marcas, estaba con el brasier azul puesto, tomé la blusa de mi cama y cuando pretendía colocármela  escuché un fuerte portazo que me hizo dar un respingo.

—¿Qué demon...?— por alguna razón me imaginé a Jaebum intentando asustarme. Rodeé los ojos sabiendo que esa amabilidad no era normal, me coloqué la blusa bajando las escaleras con los pies descalzos—Bien, bien, estoy muy asustada—usé el sarcasmo colocando mis manos en mi cintura mirando a ambos lados. A la izquierda estaba la sala y a la derecha la cocina con el comedor. De nuevo di otro respingo debido a otro portazo.

Venía de la puerta que estaba en las escaleras que daba al sótano, la música seguía sonando en mi cuarto desde mi celular, caminé a dicha puerta abriéndola de golpe encendiendo la luz, había cajas amontonadas de la mudanza o que ya estaban allí. Bufé cerrando la puerta de nuevo caminando a mi cuarto, me detuve al subir el último escalón notando una figura conocida al final del pasillo.

Llevaba unos Jeans, botas, chaqueta de Jeans y una camisa a cuadros de la cintura, su cabello era castaño, estaba de espaldas a mi. Mi corazón latió rápidamente y sentí frío, retrocedí por instinto bajando un escalón. Lamentablemente si intentaba llegar a mi cuarto no llegaría a tiempo porque la puerta estaba cerca de dicho chico, mi celular seguía reproduciendo la música como si nada.

— ¿H-hola?—balbuceé temblorosa. Esta escena era muy familiar, la he visto en mis sueños, ¿Estoy soñando de nuevo y recién me doy cuenta?—H-Hola...

El chico miró por sobre su hombro dejándome ver un perfil simplemente perfecto y joven, podría tener mi edad o unos dos años de más.

— ¿A dónde crees que vas, Olivia?—le escuché decir.

"Oh, mierda, es él, es él"

— ¿Q-qué?

Su risa amarga me hizo sentir escalofríos, retrocedí otro escalón cuando se giró permitíendome verlo. Era joven como ya sabía, labios delgados y rosados, ojos oscuros que estaban completamente fijos en mi, sonrió maliciosamente haciendo que mi cerebro gritara que corriera. La música se detuvo en el acto cuando avanzó y mis manos temblaron.

Era primera vez que veía su rostro, ese chico claramente era asiático. Jamás en mi vida lo he visto, ni si quiera en Chicago.

—¿A dónde crees que vas, Olivia?—volvío a preguntar acercándose lenta y peligrosamente.

A mí nariz llegó ese olor de fresas, vainilla y menta de anoche. Mi corazón golpeaba fuertemente en mi pecho.

— ¿Q-quién eres tú?—retrocedí cada paso que daba.

— Has sido una chica mala, ¿Sabes lo que sucede a las chicas malas como tú?—guardé silencio. Estaba calculando cuánto tardaría para llegar a la puerta y salir corriendo, no me importa que esté descalza—Hay que castigarlas o no aprenderán la lección.

No esperes a más, corrí a la puerta logrando abrirla, pero de nada sirvió, apenas puse un pie afuera y algo jaló de mí cabello llevándome dentro cerrando con seguro. Mi cabeza había golpeado el suelo dejándome aturdida, el chico seguía a los pies de la escalera mirándome como si disfrutara aquello, algo invisible jaló de mis tobillos arrastrándome por los escalones.

— No,no—me sostuve del barandal lo más fuerte que pude—Déjame en paz, ¡Ayuda!

Mis dedos comenzaron a sudar ocasionando que se resbalaran, maldije mentalmente intentando sostenerme de cualquier cosa, sabía a dónde me arrastraba, intenté gritar y de nuevo no pude. La música volvió a sonar y su risa provenía de mí habitación, me aferré al borde de las paredes, pero no por mucho, sus dedos apretaron mis tobillos metiéndome al cuarto y la puerta se cerró de golpe.

— No te dejaré ir tan fácilmente.

¹ Posesión | Jackson WangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora