Capítulo 1

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La lluvia caía a través de la ventana. Mis dedos intentaban seguir las finas gotas que el agua dejaba, pero se desvanecían al instante de tener la intención de hacerlo, como si todo a mi alrededor omitía mi presencia, o eso era lo que muchos querían creer y buscaban de mí cuando lo necesitaban. Los hombres de esta casona eran así, y yo no entendía mucho, pues aunque tenía dieciséis años, era una ingenua, me dejaba pasar a llevar con mucha facilidad y no sabía diferenciar lo bueno de lo malo. 

Otra vez, la puerta de esta sucia habitación se abrió, escuchando el resonar de unos grotescos pasos que se acercaban a mí con sigilo. Mis oídos captaron el sonido de la hebilla del cinturón y yo, como si fuera algo de todos los días, simplemente me acosté en el suelo y apreté mis labios cuando el frío cuero hizo contacto con mi piel. Mis lágrimas caían, tal como esas gotas de lluvia que aumentaban cada vez más, hasta que sentí que me tomaron y sentí su miembro dentro de mí. No lloré, no grité, era algo normal para mí, pero aún así, las señoras que sabían de esta situación y me decían que no estaba bien, no me ayudaban a entender el porqué.

Sus manos recorrían mi delgado cuerpo, y sus gemidos de satisfacción solo eran proyectados por su parte, pues yo no emitía ningún sonido, pese que él me decía que lo hiciera, que me divirtiera con él, ¿acaso era eso posible? Mi cuerpo dolía por cada estocada, estaba tan poco alimentada que mis costillas se podían ver, sentir, incluso estaba tan deshidratada que ni siquiera realizar mis necesidades podía.

Cuando este hombre ya estuvo completamente satisfecho, se fue dejándome con ese vacío y proceso mental del cual no podía salir. Al mirar mis cicatrices en mis antebrazos me pude dar cuenta de las veces en que intenté acabar con mi vida. Mis ojos sin brillo viajaron nuevamente hacia la ventana empañada, pensando en lo efímero que puede llegar a ser este clima que tanto amaba pero que tanto dolor me causaba, ya que los momentos más dolorosos de mi vida ocurrían aquí.

Sin decir nada, me bajé de la cama y me puse mi vestido blanco que ya me quedaba demasiado corto, pero era el único decente que tenía, y que lo tengo desde que tenía catorce años. Con una mueca de dolor por los golpes recientes, me incliné para poder ponerme mis zapatos y salir de mi habitación en silencio, con miedo de ser descubierta, pues tenía ciertas reglas en esta casa, y una de esas era no salir luego de una escena así; pues mi madre y mi hermana podrían darse cuenta.

Mi pie se apoyó en un escalón de los grandes escalones, dándome cuenta de lo extraño que era todo. Las pocas veces que salía de mi habitación, me daba cuenta de lo diferente que era la casa en sí comparado con mi habitación. Ellos siempre andaban vestidos con ropas elegantes, y lo poco que conocía a mi hermana gemela, sabía que su situación era mucho más agradable que la mía. Y me pregunto, ¿si somos igual, porque el trato es diferente? Hice una mueca cuando terminé de bajar los escalones, y mi estómago rugió al sentir el olor de la comida recién salida del horno.

Yo no conocía las grandes comidas, todo lo que yo conocía era el pan y el agua, pues era lo único que ese señor, que se hacía llamar mi padre, me daba. A veces era atún, pero era tan asqueroso y repugnante para mí que no me lo comía, pero ahí venía otro castigo más. Y ahí es cuando me vuelvo a preguntar, ¿mi madre será estúpida por no darse cuenta de mi situación? Cuya situación que tampoco entendía yo. Mis ojos divagaron entre la gigante mesa, pues yo estaba escondida entre una puerta debajo de la escalera. Pude distinguir a mi padre, y la gran cabellera rubia de mi madre, y al lado estaba mi hermana gemela, cuyo cabello rubio era más brillante y lindo que el mío.

Se reía, disfrutaba del momento, tan así que sentí envidia. ¿Pero qué poder tenía yo aquí? Sabía que si intentaba algo, me iban a matar, pues hubo varias veces en que mi padre me dejó al borde de la muerte. Sin embargo, yo lo creía amor verdadero. Mis ojos se juntaron con los suyos y sentí escalofríos, mi cuerpo estaba completamente paralizado, no sabía qué hacer.

Efímero || Geto Suguru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora