Capítulo 5

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Era extraño para mí despertar en una cama bastante cómoda, de hecho parecía todo tan irreal para mí, ya que llevaba sólo dos días fuera de casa. La ansiedad había disminuido en comparación de ayer, pero aún no me podía quitar esa sensación de sentirme vigilada o incluso amenazada. Me puse de pie, mirando mis delgados pies y me dirigí al espejo que se encontraba cerca de mi cama. Era incómodo para mí tener que observar mi reflejo en el espejo, no estaba acostumbrada.

De hecho mi imagen me disgustaba, tenía ojeras producto de noches sin dormir a gusto, mi mandíbula era notoria al igual que mis pómulos y mi cabello no brillaba como el de muchas chicas, incluso chicos. Mi cuerpo era delgado y no me gustaba, pero al menos me ayudaba a realizar las cosas que necesitaba. Sin embargo, no me sentía bonita y era triste sentirse así.

Tomé una toalla, mi uniforme que tenía mucho rechazo hacia él y salí de la habitación para ir a darme una ducha, ya que era lo que mi cuerpo comenzó a necesitar desde ayer y estaba agradecida de tener esta oportunidad que en casa no tenía. A veces me preguntaba por qué no estaba muerta, ya que las infecciones que podían causar esas aguas sucias o los mismos hombres que me violaban podían ser factores graves de una posible enfermedad. Incluso esos abortos involuntarios y la pérdida de sangre sin ser tratado era fatal.

Pero aquí estaba, quizás porque tenía una deuda que pagar con aquel chico, Suguru, quien poco a poco iba ganándose mi confianza.

Una vez en el baño, me dediqué a hacer todo lo que tenía que hacer. Mis ojos como siempre se posaron sobre esa marca sobre mi abdomen que no dolía. Sin embargo, había una fecha en la que esta marca dolía como el infierno y mi padre se encargaba de llevar a hombres a mi habitación para no sé qué, pero eso aumentaba más el dolor.

Tenía muchas dudas acerca de esta marca de rosas marchitas, pero no me atrevía a decirlas en voz alta, ya que tenía miedo.

—Natsuki —me detuve en plena salida al baño para mirar a Suguru con un leve parpadeo—, buenos días.

—Buenos días. —saludé, mi voz sonó algo ronca.

—¿Dormiste bien? —se acercó un poco más a mí. Cerré la puerta y asentí—. Eso me alegra. ¿Leíste un poco del cuento que Satoru te pasó?

—No. —confesé algo avergonzada.

—Oh, ya veo. No tienes que apresurarte, ¿si? Venía a despertarte, pero justo te encontré saliendo del baño. —se rió un poco, yo simplemente entré a la habitación y dejé la toalla encima del respaldo de la silla—. Hay una persona que quiere conocerte.

Enseguida lo miré, pude sentir mi pánico reflejado en los ojos del chico.

—Tranquila, es el director y nuestro profesor. No es mala persona y quiere conversar contigo unos minutos. —fue suave al hablar—. Estaré contigo si es lo que quieres.

Lo pensé. Si era el director del colegio sería buena idea saber de mi poder y cualquier cosa relacionada al porqué Suguru llegó a mi casa con el objetivo de encontrarme. Mordí mi labio inferior pensando mi respuesta, pero el rugido de mi estómago provocó que mis mejillas se pusieran calientes. Suguru soltó una pequeña risa.

—Condición uno.

Bajé la mirada avergonzada. Moría de hambre.

—¿Qué te parece si vamos a desayunar a la cafetería y mientras comes piensas en la respuesta? El director Yaga me lo dijo, no es obligación que vayas, puedes ir el día que te sientas más cómoda. —comenzamos a caminar fuera del edificio, en dirección a la cafetería.

—Quiero. —hablé confiada. Sentí la mirada de Suguru, así que lo miré y él me sonrió con orgullo. Intenté sonreír, pero aún me costaba ejecutar una sonrisa. Ayer sonreí sin pensarlo, pero ahora se me hacía difícil.

Efímero || Geto Suguru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora