Neilen High School

85 0 0
                                    

Llegó el día, qué nervios. Tomaré un baño y me pondré un mahón con una camisa de flores. Me encantan las flores. Ayer me compré unos zapatos blancos que hacen juego con la ropa que me pondré hoy. Sinceramente, siento que voy demasiado arreglada, pero quiero impresionar. Tampoco es que me crea la gran cosa, sino que quiero dar una buena impresión. Aunque siempre hay alguien que va a criticar. Bueno, ya estoy lista, ahora desayunaré.

-¿Estás ansiosa? Ven, te preparé revoltillo con pan.
-No te lo voy a negar, estoy súper nerviosa. No sé con qué me vaya a encontrar en mi primer día. Supongo que debo ser optimista.
-Olvida eso ahora, tienes que alimentarte bien. Ya tendrás tiempo para pensar en eso.
-Es verdad, y esto se ve delicioso.
-Pues venga, coma bien. ¡Buen provecho!
-Gracias, Sofía.

Sofía me dejó justamente en la entrada de la escuela. Recordé que todavía no tengo ni siquiera un celular. ¿Cómo me iba a comunicar con Gerardo?

-¿Qué pasa, Ana? ¿Por qué me miras así?
-Estaré sola, no veo a Gerardo por ninguna parte. Necesito un celular, Sofía.
-No tengo magia para aparecer uno ahora. Luego te compro uno, recuérdamelo esta tarde. Busca a Gerardo por la escuela, sino tendrás que hacer amistades nuevas.
-¡Maravilloso! Nos vemos.

Estaba verdaderamente molesta. Sé que no es culpa de Sofía, pero este día no empezó bien. Buscaré a Gerardo, espero que aparezca. Entro a la escuela y ya puedo ver miradas sobre mí. Chicas mirándome mal y chicos mirando de manera coqueta. Yo solo me concentro en buscar a Gerardo. No sé cuánto llevo buscándolo, creo que ya va un buen rato. Seguí buscando hasta que sonó la campana, ya era hora de entrar. Bien, ¿dónde es mi salón? Esta escuela es tan grande, ¿cómo iba a saberlo? Fui a la oficina para preguntar dónde quedaba mi salón. La secretaria me dio indicaciones de dónde estaban las listas de los salones, y que en esas listas, buscara mi nombre. Lo encontré, pero, ¿dónde quedaba ese salón? Pasó un chico y tuve que preguntarle.

-Oye, ¿me ayudas? Soy nueva y no sé dónde queda mi salón.
-Claro, ¿cuál es el salón?
-El A-36.
-¿De verdad? Me toca en ese mismo salón.
-¡Qué suerte! Vamos, creo que llegaremos tarde.

No sé quién era el chico, pero sin duda salvó mi día. Para colmo está en el mismo salón, así que tendré a un nuevo amigo y no me sentiré tan sola. Llegamos y ya todo el grupo estaba adentro, la maestra me echó una mirada de odio.

-Ambos llegan tarde. Tomen asiento antes de que me arrepienta. ¿Y tú? ¿Eres nueva?
-Sí, perdone la tardanza, maestra. No sabía dónde quedaba el salón, y por suerte me topé con él y me ayudó a llegar.
-Entiendo, vamos siéntense. ¿Cuál es tu nombre?
-Ana.
-Bienvenida, Ana.

La maestra parecía de mal humor ya que había interrumpido su clase, pero luego me trató de manera sútil. Estaba en la clase de matemáticas, la clase que más detesto. Tenía que ser a primer hora, qué divertido. Tomé asiento al lado de el chico que me acompañó. Por cierto, todavía no sabía su nombre.

-Ana, ya que eres nueva te recomiendo que te pongas al día con uno de tus compañeros.
-Yo la ayudaré, maestra.
-Bien.

Este chico me parecía muy amable, hasta se ofreció a ayudar sin que yo se lo pidiera. Las cosas no van tan mal en mi primer día, hasta ahora.

-Sé que no me he presentado correctamente. Mi nombre es Joel, un placer.
-Igualmente, supongo que ya sabes mi nombre.
-Sí, Ana, un nombre bonito.
-Gracias, creo que eres la primera persona que lo dice.
-¿Cómo va a ser? Pero bueno, aquí tienes un amigo. Eres nueva y probablemente no tengas muchas amistades. A menos que seas de esas "populares".
-No, no soy popular. Solo tengo un amigo, por mala suerte no lo pude encontrar antes de que tocara la campana. De todos modos, gracias, aquí también tienes una amiga. Se siente agradable saber que no estoy completamente rodeada de extraños en este salón.
-¿No eres popular? Eso es un buen dato, chica. No encontraste a tu amigo, ¿por qué no lo llamaste? Y bueno, tuviste suerte de haberme conocido. Porque créeme, en este salón no hay muchas personas amigables.
-Supongo que sí, es buen dato. No llamé a mi amigo porque no tengo celular, por el momento. Y bien, soy una chica de mucha suerte entonces.
-Oh, comprendo. Déjame decirte que sí, eres una chica de mucha suerte al haberte topado con este galán.
-Muy gracioso.
-Oye, era para darle humor a la conversación.
-Lo sé, ahora explícame todo sobre esta clase para estar al día.

AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora