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Si había algo en este mundo que nunca se borraría de mi memoria era haber visto como la sonrisa de Win se desvanecía de su rostro cuándo me escuchaba preguntarle, ¿quién eres?

Estaba seguro que esa fue una de las cosas más estúpidas que había hecho en mi vida, pero el dolor que sientes al pensar que no le importas en lo más mínimo a la persona que amas es inimaginable, y si, a veces te hace hacer cosas estúpidas como a mí.

Y aunque el me habia perdonado, yo no me lo podía perdonar, realmente creía que nunca podría hacerlo, nunca podria olvidar el dolor que le cause, por eso después de ello me prometí a mi mismo hacerlo feliz de todas las maneras posibles, verlo llorar una vez más por mi no era opción.

Habían pasado tres meses desde entonces, y cada uno de esos días  desperté a su lado, cada uno.
Sin duda abrir los ojos y verlo a mi lado dormido con esa expresión tan tranquila, era lo más hermoso que había visto en mi vida, a parte de cuando estaba desnudo encima de mí, por supuesto.

—Buenos días —dije mientras besaba cada centímetro de su espalda descubierta para despertarlo.

Mm, buenos días —murmuró con la voz ronca, intentando abrir los ojos.

—Vamos levántate, tienes que ir a trabajar —afirmé cuando llegue a su rostro.

—¿Qué tal otro día libre? —cuestionó abrazando su almohadón.

—No, vamos Win has alargado tus vacaciones demasiado.

—Qué es un día más después de haber trabajado tres años sin descanso —comentó con una sonrisa.

—¡Me hiciste prometer que no te dejaría dormir otra vez! —exclame besando su mejilla—. Ya levántate.

—Solo un día más por favor.

—Levántate o te arrepentirás de no hacerlo —advertí.

—No —fue su respuesta y luego se cubrió por completo con las sábanas, a veces realmente es tan tierno como un niño.

—¡Te lo advertí! —exclame y me levanté.

—¿Bright? —me llamó quitando las sabana de su rostro—. ¿Bright?

Cuando se dio cuenta que yo no estaba en la habitación se levantó de la cama, entonces corrí hacia el rodeandolo con mis brazos para llevarlo directo a la ducha.

—¡Bright! —dijo riendo—. ¡Vamos sueltame!

—Dije que te arrepentirias —sonreí—. El agua te despertará.

—¡Oooh no, no te atreverías! —exclamó intentando soltarse.

—Claro que si —afirmé besando su mejilla y lo lleve debajo del agua fría de la ducha.

—Ooh por Dios sueltame, sueltame esta helada déjame ir —repetía intentando soltarse de mi agarre—. ¡Esta helada Bright!

—Esto te despertará —reí.

—Vamos sueltame, esta muy fria Bright... por favor —suplicaba riendo—. Ya me desperté, ya lo hice —afirmó mirándome.

Espere que se mojara por completo y recién entonces lo saque del agua.

—¡Eres un idiota, el agua está helada! —exclamó molesto—. ¡Ya sueltame! —me ordenó e intentó quitar mis brazos de su cintura, pero solo logro que me aferrara a el aún más fuerte.

Secreto2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora