Capítulo 9

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Retrocedió sus pasos hasta que su espalda chocó con la pared, miró a su padre con temor y apretó sus puños marcando la palma de su mano con sus uñas. Sabía que había cometido un error muy grave, pero aun así no estaba lista para recibir el primer golpe.

Vio por encima de su hombro a su madre tirada en el suelo mientras sus labios sangraban y tocaba ferozmente su vientre.

—Basta.... —susurró llorando —Detente, por favor.

Ella suplicó.

Abbie no tuvo ni oportunidad de ni siquiera poder defenderse con sus brazos, cuando la mano de este dio directamente en su mejilla.

Lo había hecho otra vez.

Tom por jugar había vaciado la botella de wisky de su padre y la había vuelto a llenar con zumo de manzana. El señor Roux había llegado ebrio y con ganas de más, pero olfateó el interior de su apreciado wiski y lo tiró rompiendo toda la botella en el piso.

Sally escondió a su hermano por debajo de su cama. Will se encerró con ellos dejando a Allie sola con su madre.

Todos le temían a él.

Roux culpó a su esposa Diana de lo que había pasado y ella no lo negó, debía salvar a su pequeño.

—¡Por favor, déjala! ¡No la lastimes! —Diana gritó levantándose.

Pero no se detuvo, se sacó el cinturón de cuero y le arrancó la blusa de tiras de Abbie, no llevaba brasier y su espalda se marcó con el primer latigazo.

Ella gritó sin importar que los vecinos la oyeran.

Luego el segundo, tercero, cuarto y una serie de latigazos dejaron la espalda de Abbie marcada, con cortes y con sangre deslizándose.

Al terminar de azotarla. Roux se alejó encendiendo su pipa, le dio una calada y dejó salir el humo por la nariz. Miro su mano, sus nudillos estaban rojos.

Alzó su vista y vio a las dos mujeres en el suelo llorando, no le dio remordimiento ni pena. Al contrario, su mente no procesaba lo que había hecho.

Él no era el señor Roux.

Todo se quedó en silencio. Abbie miró a su madre con lágrimas en los ojos y negó.

—¡Estoy harto de que te metas en mis asuntos! —su padre le gritó.

—¡Si tanto me detestas, porque me tuviste! —gritó de igual manera —¡Porque tuviste que traerme al mundo, yo no lo pedí!

—¿Vas a decir lo que todo adolescente caprichoso dice? ¿Te quieres suicidar?

Abbie odiaba la forma con la que su padre le hablaba.

—¿Crees que lo que haces está bien? —silencio —¡Responde papá! ¿Esto te divierte? ¿Te gusta vernos maltratadas?

Roux se levantó a cascarrabias y se dirigió a su habitación encerrándose de un portazo.

— Abbie, ¿estas bien?

Diana le frotó el pecho con una mano, ella sintió y ambas se ayudaron a levantarse. Will asomó la cabeza y llevó a su hermana a su habitación.

Nadie cenó esa noche, apenas Tom se llevó a su boca un vaso de leche tibia preparada por Sally.

—Fue mi culpa, Sally. —dijo el pequeño en los brazos de su hermana.

Ella negó. —No fue tu culpa... —. sonrió —Nunca será tu culpa.

Por otro lado, Will sollozaba apoyado en la puerta del cuarto de su hermana, se sentía mal por no ser lo suficiente valiente e ir ayudarlas.

—Perdón...

Murmuró llorando.

Abbie negó. —No, tu deber como niño es jugar, aprender números y letras, formar una oración e ir al parque. Los problemas de papá no son tu culpa, ni mía. —estiró sus manos —Ven.

Will no dudó ni un segundo y abrazó la cintura de Abbie.

—¿Abbie ...? —alzó su vista —¿Estas bien?

Ella sonrió con lágrimas derramadas en sus mejillas.

—Algún día dejará de doler, Will.

Para él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora