Capítulo 8

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Abbie reía y se sonrojaba tapando su rostro mientras sacudía su cabeza ante la ridiculez que ella misma decía. Se sentó manteniendo su columna recta esperando las burlas constantes de Bills.

Sin embargo, él la veía de la forma más cautelosa posible, había estado buscando la forma de decirle que sus bragas blancas se veían y él estaba luchando contra su propia voluntad a que sus ojos no viajaran hacia aquel punto.

Bills se lanzó sobre ella para atacarla con cosquillas, a un disimulo bajó la falda de Abbie con la mano.

Ni siquiera ella se había percatado.

—Para, Bills para — Abbie luchaba por su libertad, aunque él no paraba —¡Me quedo sin respiración!

Bills le sonrió comprensivo, luego se detuvo —De acuerdo, dame la mano. —le estiró la mano derecha —La otra también. Debemos irnos, Tu padre llegará y tu mamá no se puede quedar sola mucho tiempo.

Diana había sufrido unos pequeños percances, Sally por las noches se encargaba de ella por la fiebre alta que la consumía, el doctor le había recetado descanso en lo absoluto y muchos medicamentos por la presión alta y el estrés.

Aun así, Diana no se quedaba quieta, siempre buscaba la forma de levantarse de la cama y limpiar cada esquina de la casa. No le importaba si el piso brillaba, ella quería pulirlo hasta que se desgastara la madera.

Abbie se levantó del suelo y Bills pasó su brazo sobre los hombros de ella, ambos sonrieron y empezaron a caminar en silencio, luego Abbie preguntó. —¿Crees en el amor?

Bills asintió recogiendo una piedra del suelo para luego dársela mientras le respondía —Si, mucho.

—¿Lo que nuestros padres nos demuestran es amor? —negó.

—Para ellos lo es, pero dime ¿Amor es que te maltraten por un error de ellos y que ni siquiera se disculpen o admitan que ellos están mal?

—Papá dicen que los mayores siempre tienen la razón.

Abbie exclamó.

—Es porque a ellos le enseñaron eso, en cambio nosotros queremos romper ese ciclo y respetar las opiniones de los demás.

—¿Cómo puedes hablar tan seguro del tema?

—Por la experiencia —respondió.

Abbie le dio un corto beso en los labios y siguieron caminando. No, no eran pareja. Ambos no estaban listos para topar el tema del romance, pero, ellos no se negaban a un beso.

A medio camino, el pecho de Abbie se oprimió cayendo de rodillas. Ella llevó sus manos en su seno izquierdo y se quejó del dolor.

Bills tomó el rostro de la chica y preguntó — Abbie, ¿estas bien?

—Mi madre...

Ambos salieron disparados hacia sus casas, antes de que Abbie entrara a la suya Bills la detuvo.

—Si sucede algo, estaré en mi habitación. —besó su frente y ella corrió hacia el interior de su casa.

Gritó el nombre de su madre en todos los lados, pero nadie respondía. Abbie revisó la cocina, la lavandería y cuarto de Luis.

—¿Mamá?

Su voz empezó a quebrarse.

—Mamá... ¿Dónde estás?

Las piernas le temblaban con cada paso que ascendía

Abrió lentamente el cuarto de su hermano, sus ojos viajaron sobre su propio eje y soltó un grito desgarrador cuando vio a su madre tirada convulsionando en el suelo.

Para él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora