Capítulo 18

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En una relación abarcan seis parámetros, enamoramiento, conocimiento, acoplamiento, estabilidad, reafirmación y amor. Tener una relación no suele ser fácil ni un juego y el que no lo ha sentido así es porque realmente no se han enamorado.

Y Abbie con Bills estaban en un punto débil de su relación.

—¡Lárgate! ¡No vuelvas más! ¡Vete! — Abbie gritó tirándole un zapato mientras tapaba su cuerpo con una toalla.

—¡Para Abbie, estas peleando por una tontería!

—¿Tontería? ¿Esto te parece una tontería? —mostró la hematoma en su glúteo derecho —¡Tengo que salir en bikini mañana Bills!

—No vayas, quédate conmigo.

Bills sonrió.

—¡Eres tan irritante!

—¡Y tu inmadura!

Abbie lo miró con seriedad. —¡Ugh! —gruño por un largo tiempo.

—Cariño, ya cálmate.

—No puedo. Mañana tengo mi examen y tengo demasiado miedo.

Mostró un puchero.

—¿Y para que vas a la playa? —acunó el cuerpo de Abbie con sus brazos y ambos nuevamente se tiraron a la cama desnudos.

—Desde que Marcia tuvo el aborto, no tiene ni una pizca en su vida. Necesita despejarse.

—¿El miserable de Ernesto no ha respondido?

Abbie negó.

—No aparece, como si se lo hubiera tragado la tierra.

Ambos cerraron sus ojos. Los padres de Abbie con sus hermanos habían salido a un pequeño viaje que solo duraba un día, y aprovecharon la situación para gritar o mejor dicho, gemir su amor en las cuatro paredes del cuarto de Abbie.

—¿Me perdonas por haberte mordido? —susurró sobándole esa parte.

—Me dolió — Abbie alzó su rostro —Mucho.

—Perdón...

—¿Luego del examen, irás a mi graduación?

—Si no hemos terminado, sí.

—No exageres —masculló Abbie levantándose.

—Hemos terminado esta semana por quinta vez.

Bills soltó un suspiro cansado, Abbie se inclinó a recoger su toalla en el suelo dejando a mostrar su intimidad.

—Mierda... —susurró Bills —Vuelve a la cama Abbie.

—No.

—Por favor —suplicó apoyando sus codos sobre el colchón.

—Debes irte, mis padres llegarán.

La chica alzó una pierna y regó crema en esta, Bills apretó la mandíbula y haló esa pierna haciendo que Abbie pierda el equilibrio y cayera el filo de la cama.

—Te deseo.

—Ya no podemos —ella negó besándolo con intensidad.

—Si podemos.

—No tenemos protección.

—Mierda.

Abbie se paró nuevamente y empezó a vestirse —¿Entonces te veré en mi graduación?

—Pase lo que pase, ahí estaré.

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Abbie y las demás se encontraban sentadas con sus hojas de estudio en la mano en el pasillo de las notas finales. Ya habían rendido el mensaje y estaban esperando el listado final de los graduados.

Marcia miraba en un punto fijo sin expresión alguna, sus manos rasgaban el hilo de su falda y mordía su mejilla interior.

Nadie puede explicar el dolor de un aborto espontaneo.

Tal vez progresivamente el dolor se irá suavizando y la pérdida irá haciéndose más llevadera y aceptable, aunque lo ocurrido nunca podrá olvidarse.

Marcia nunca pudo olvidar.

—¿Estas bien?

Abbie le preguntó.

—Si, si... —volteó a verla —No. Nunca volveré a estarlo, —miró a todos los lados —me volveré loca.

—Sé que nadie podrá hacerte olvidar lo que pasaste pero míralo como una oportunidad.

— Abbie no. —todos mascullaron deteniéndola.

—¿Oportunidad? Ustedes no tienen ni la mínima idea de lo que estoy viviendo. No me digan consejos estúpidos.

—Solo no queremos verte así, ¿Qué podemos hacer?

—Escucharme ya que todas han sido malas amigas, andan en sus mundos y ni siquiera tenemos tiempo de reunirnos para charlar. Ya tenía siete semanas de embarazo. Quería tenerlo, ya me había ilusionado y no me estaba importando los demás. Quería tener a mi bebé, aun así si su padre no quisiera, iba hacerlo. ¡Yo, yo si quería! —gimió —Me quedé con los brazos vacíos y mis senos llenos. Hasta había comprado un pequeño juguete y estaba reuniendo para más.

Sonó el eco de sus sollozos por todo el pasillo, Abbie secó sus lágrimas y se arrodilló a la altura de su amiga.

—Marcia, mírame —la tomó de la quijada y alzó su rostro —Afrontaremos ese vacío juntas.

Ella elevó un lado de su labio e intentó sonreír. Un señor con bigote salió con el listado nuevo y lo pegó al tablero de las noticias. Las demás empezaron a revisar línea por línea y soltaron un grito.

—¡Pasamos, lo logramos! —se abrazaron entre todas con entusiasmo.

—¿Vamos? — Abbie le estiró la mano.

Marcia miró su manos por unos segundos y la agarró, sosteniéndola fuertemente.

—Si, vamos.


Para él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora