Capítulo 12

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Se paró con un marcador rojo en la mano hacia su pared. Alzó la portada del calendario y marcó una equis en el uno de enero de mil novecientos noventa y cuatro.

La pequeña Abbie ya era mayor de edad.

Soltó un largo suspiro pensando en todo aquello que había pasado. Los maltratos de su padre, su cambió repentino y doloroso, el parto problemático de su madre y el romance entre Will y July.

—Will, ¿ella es la razón por la que no me fuiste a ver esa noche?

—Si Abbie, ella es.

Abbie miró a sus padres y se colocó enfrente de él. Sus padres la miraron confundidos y le respondieron.

—Dulce, los hombres tienen derecho de cortejar a alguien, más aún si ella es adinerada. No le daremos un no, ni corregirle con golpes.

—¿Eso es lo único que les importa? —cuestionó ella. —El dinero.

—La cruda realidad sí.

Miró su suelo y sonrió.

Había juguetes de sus pequeños hermanos Luis y Tom.

Trenzó su cabello hacia atrás la cual al concluir le llegó hasta la cadera. Se vio en el espejo, dio un respiro y masculló. —Año nuevo... ¿Qué mal me podría pasar?

Su cuerpo también había cambiado, sus caderas eran más anchas y sus senos había crecido una talla más grande.

Era una verdadera dama.

Escuchó un silbido y se asomó a la ventana, Bills la miraba desde su ventana mientras sostenía una rosa roja entre la comisura de su labio y la nariz.

Abbie soltó una risa y saltó la ventana con alegría, ya había pasado media noche. Su familia se encontraba totalmente dormida después de una larga cena.

Ella balanceó su vestido en media calle y alzó una ceja.

—¿Y qué tal?

Habló mientras caminaba.

Llegó hasta la ventana y se puso de puntillas para darle un corto beso en sus labios.

Ya eran pareja.

Una linda pareja secreta enamorada.

A finales del periodo lectivo Bills se lo propuso entre cartas y besos. Por fin pudieron besarse sin sentir el pesar de no ser nada, de hacer las cosas bien.

Bills sonrió dándole la rosa para luego tomarla del cuello y besarla a gusto, saboreándola tan lento que su estómago explotaba de mil emociones.

—Estas realmente radiante, mi querida Abbie.

Al separarse le dio un leve empujón para salir por la ventana como ambos tenían acostumbrado hacer. Ambos se agarraron de la mano sin descaro, estaban convencidos de que nadie podía verlos a tan altas de la noche.

Sin embargo, ellos no sabían que si había alguien vigilándolos. La madre de Bills los miraba desde la esquina de la cuadra con odio, ella estaba convencida de que su hijo estaba bajando las notas del colegio por culpa de Abbie.

De hecho, lo hablaba con seguridad. Aunque era incierto. La señora Gladys tenía envidia de la familia Roux. La envidia que mató su cuerpo y la llevó al camino de la oscuridad y tinieblas.

Empezaba a practicar la brujería negra con el único propósito de provocar la ruina y tristeza hacia su enemigo.

—¿Tu mamá no está en casa? —Bills negó —¿Cómo puede una madre dejar solo a su hijo en navidad y Año nuevo?

Para él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora