Capitulo 31

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Acaricio el nombre de mi hija sobre el papel y me quedo ahí unos segundos, mis lagrimas resbalan en silencio empapando mis mejillas y caen sobre el libro, sé que al cerrar este libro es un cierre a mi vida pasada.

¿Quiero hacerlo? Les mentiría si digo que sí, la verdad no quiero dejar el pasado. Porque mi pasado pesa, pero eso me ha tenido con fuerzas, viví atrocidades y sigo de pie.

Mi hija tiene razón, soy fuerte.

Con un fuerte dolor en el pecho lo cierro y siento los brazos de mi hija mayor abrazándome de lado, luego se une Marcus, Adam y en un parpadear de ojos los tengo a todos encima.

Excepto Santiago.

Él me mira apartado con lagrimas en los ojos, siempre se muestra vulnerable y nunca lo oculta como los demás. Es igual a su padre.

Mis nietos se apartan y les sonrío acariciando a cada uno su rostro. Fue en ese entonces cuando Santiago dobla sus piernas en frente de mí y cae sobre sus rodillas, su rostro es un océano de lagrimas y de dolor.

Tomo sus manos y hago que me abrace de la cintura, su rostro cae en mis piernas y solloza con fuerza, sonrío con melancolía mientras acaricio su cabello suavemente.

—Así que fuiste novio de mi hija a los catorce años —murmuro y él gime de dolor —Perdón por haberme equivocado, tú eras el indicado y nunca me fijé.

—Amé tanto a su hija y la amo aun mas ahora. Porque al verla me recuerda a ella y ... —su voz se quiebra —me recuerda lo fuerte que siempre fue.

—Gracias por haberla hecho feliz.

—Hice lo que estuvo a mi alcance, aunque siempre voy a maldecir a la vida por no haberme dado más tiempo con ella.

—En otra vida se van a encontrar, tenlo por seguro.

Santiago alza su cabeza y limpio sus lágrimas. —¿Qué pasó con mi papá luego?

Suelto un suspiro y miro a todos, sus miradas están enterradas en mí y me parece algo gracioso.

—Pero si la historia acabó.

Santiago niega mirándome con una sonrisa. —No, sé perfectamente que ahí no acabó.

¿Siguieron amándose?

No lo sé mamá, cuéntanos tú.

—De acuerdo —mis nietos se acomodan en el suelo y me prestan atención. —Luego del incidente con mi hija Ana...

AGOSTO 9/2020

Tenía cuarenta y cuatro años cuando conseguí un trabajo en una ciudadela, sin pensar lo que iba a ocurrir. Peiné mi cabello en una coleta media alta, me coloqué spray para fijar cualquier cabello rebelde se pare. Me miré por milésima vez en el espejo y sonreí.

Estaba emocionada, por fin iba a salir de mi casa que no sea a la tienda, era emocionante pensar que había conseguido algo por mí misma.

Salí de mi cuarto y fui hacia mis hijas y las besé con alegría, Ana fue la primera en notar mi emoción y me sonrió. Fernanda en cambio gritó que me cuidara.

Tomé las llaves de mi auto y empecé andar, ese día vi el cielo mas lindo de lo normal o la rara era yo.

Llegué a la ciudadela y me presenté con el guardián, este abrió las puertas y entré, dejé parqueado mi auto en el estacionamiento que este tenía y caminé con mi bolso en la mano.

Iba a trabajar en un edificio nuevo, una familia había comprado el quinto piso y me habían contratado para atenderlos.

Mi trabajo consistía en limpiar, cocinar y servir lo que ellos quisieran.

Mientras llegaba, un auto el cual conocía a la perfección me dejó sin aliento, en este bajaba un señor alto pelinegro con ojos azules.

¿Bills?

Pensé que lo había dicho en mi mente pero al ver como aquel hombre volteó, mis piernas se hicieron gelatina. Luego de un mes y medio que no lo había visto ¿esa fue mi reacción?

Bills bajó sus bolsas de compras en el suelo y sacudió sus manos en sus bolsillos. Yo di pasos hacia enfrente y sonreí.

—¡Eres tú! —dije con entusiasmo.

—Y tú, eres tú —Bills respondió sonriendo, haciendo que varias arrugas se le formaran a lado de sus ojos.

—Voy a trabajar por aquí. —entonces reaccioné.

"Voy a trabajar por aquí"

Lo voy a tener que ver varias veces.

"El destino une a las personas destinadas sin importar el lugar, hora o fecha"

—Vaya, espero que te vaya bien entonces. —Bills soltó un suspiro y ambos nos quedamos en silencio. Uno largo por cierto.

Yo parpadeé volviendo a la vida —Tengo que irme, luego llego tarde.

Me animé en estirarle la mano y él la tomó con una sonrisa. Me di vuelta y empecé a caminar, en medio camino miré hacia atrás y me di cuenta de que él seguía viéndome.

Esa fue la primera vez que hablamos luego de muchos años.

Para él©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora