𝑇𝑤𝑜.

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BeomGyu despertó gracias a los inminentes ruidos provenientes de los guardias. Suspiró y se levantó vagamente, notando que estaba solo.

Caminó sin prisa a donde suponía era el lugar donde desayunaría. Mientras pasaba por delante de unas celdas pudo escuchar unos fuertes gemidos de dolor, volteó a ver de donde venían y lo que vio lo dejó helado.

Había un tipo de unos cuarenta años violando a un chico no mayor de veinticinco. Decidió seguir con su camino antes de ser visto pues temía terminar igual.

Llegó a su destino muerto de miedo, varios hombres lo miraban y sentía que no podía confiar en nadie. Buscando un lugar alejado, se sentó en una oscura esquina lo más lejos posible, rogando por que no se fijaran en él.

Comía siempre atento a quien se le acercara, temía por su vida y por su virginidad también. Quería esperar al momento indicado y a la persona indicada para perderla, no ser usado de puta para su primera vez.

Cuando creía ya poder estar algo más tranquilo vio una escena que le hizo maldecir su imparable deseo de ayudar a la gente. Era un chico de unos veinte años, pelo rosa como el algodón de azúcar y de piernas largas y delgadas. Estaba siendo cruelmente toqueteado por otro chico, el cual se negaba a soltarlo. A pesar de que era bastante más bajo, se veía mucho más fuerte que el pelirrosa.

BeomGyu se repetía mentalmente, "No vayas, no puedes hacer nada, no tienes fuerza ni para protegerte a ti mismo." Sin embargo, cinco minutos más tarde ya estaba caminando hacia el chico que era abusado. Llegó y de un empujón alejó al bajo pelinegro.

—G-gracias.—Habló el pelirrosa.

El castaño lo miró.

—No es nada.—Sonrió un poco.—Soy BeomGyu, Choi BeomGyu.

—Un gusto. Soy Choi YeonJun.—Sonrió el pelirrosa. Pero de la nada, su sonrisa se esfumó.—¡C-cuidado!

El más bajo no entendió a qué se refería hasta que sintió una mano agarrando fuertemente su cuello. El pelinegro lo estaba ahorcando.

—¿Quién te crees, mocoso?—Gruñó entre dientes.

BeomGyu luchaba por respirar y zafarse del agarre del contrario pero no podía, no tenía fuerzas.

—Déjalo en paz, ChangBin.

Una fría y calmada voz resonó en la habitación haciendo que el aludido soltara a Beom, quien cayó de rodillas al suelo, recuperando el aire perdido.

—¿Qué quieres, Kang?—Escupió Seo.

—Que dejes al mocoso, ya me encargaré yo de él más tarde.

Al Choi menor le entró un miedo terrible. ¿A qué se refería con encargarse de él más tarde? Sea lo que fuere, no sería bueno. Se reincorporó como pudo y volvió a donde estaba sentado con anterioridad.

Minutos después, alguien tomó asiento a su lado. Era YeonJun.

—Hola.—Saludó.—Quería agradecerte nuevamente por lo de ChangBin.

—No es nada. Por cierto, ¿Cómo llegaste aquí?—Preguntó curioso.—No pareces el tipo de persona que haría algo para llegar a la cárcel.

𝐸𝑛𝑐𝑎𝑟𝑐𝑒𝑙𝑎𝑑𝑜𝑠. (𝑇𝑎𝑒𝑔𝑦𝑢)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora