La era dorada, le parecía raro llamar así a una época donde había tanta destrucción tantos deseos profanos y tanta muerte, entre esos maldiciones nacidas del corazón humano, pero no solo maldiciones... en la era dorada también nacieron dioses. Dos s...
No sabia el porqué de tomó la molestia de ir a ese lugar solo había escuchado rumores, y eran de seres que por general mentían para llamar la atención de otros pero sí había algo cierto, en ese lugar hacía frío. Una persona común y corriente se habría congelado de tan solo pisar ese suelo, suelo maldito, donde una gran energía maldita de concentraba en medio de ese bosque. Ahora que estaba ahí, no podía irse sin satisfacer la curiosidad, camino sin prisa a lo más profundo del bosque, a medida que se adentraba más frío hacia, el viento se volvía más feroz tratando de apartar a cualquiera que se acercaran.
Un último paso, y llegó... lo que vio dejó a ese hombre impresionado si bien no mucho lograba cautivarlo y que sus ojos se abrieran a más no poder, lo que sea que estaba adentro tuvo éxito. Un enorme cristal de hielo estaba varado en medio del bosque, dentro había una silueta humana, con un largo cabello que iba más allá de su cintura, era una niña lo que había dentro del cristal. La rumorada diosa que nació del corazón de los humanos, Arahabaki.
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