TERMINADA |✓| [+18]
Primer libro de la Serie Crueles decisiones
La forma en la que nuestros caminos se cruzaron no fue la mejor, ideal o sana, pero pasó.
Al verlo sabía que me dañaría, sabía muy bien que acabaría destruyendo cada parte de mi, pero...
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Iba corriendo por el costado de la carretera, entre los arbustos y pastizales del lugar, mientras me agarraba el brazo, la herida sangraba mucho. La del muslo paró con ayuda de un torniquete que le hice gracias a un pedazo de tela.
Necesito ayuda.
En ese preciso instante cruzó la idea que sería uno de los factores para que esta historia ocurriera.
Tengo que parar un auto.
En la distancia, asimile un coche negro acercarse a una velocidad moderada.
¡Ahora! Junta valor, idiota.
Me grite a mí misma en mi cabeza.
Salí de entre los arbustos y me posicioné delante del vehículo, cerré los ojos. Si impactaba en mí, que era lo más probable, no quería verlo. Escuché como le rechinaron las ruedas al auto cuando frenó.
Casi, casi.
Pensé, al abrir los ojos y notar que el vehículo estaba a menos de un metro de mí.
Un hombre de treinta y tantos años vestido con un traje negro a la medida, de cabello negro al igual que sus ojos y con una barba de apenas unos días, bajó del auto con el ceño fruncido, se veía tenso. Como para no estarlo, una extraña se le había cruzado mientras manejaba.
—¿¡Acaso estás totalmente loca!? —gritó él; tenía la voz potente, sonaba muy cruda.
Hazlo.
Me acerqué apresuradamente a él y tomé sus manos.
—Por favor, ayúdame; me está persiguiendo, me va a matar; está loco. Te lo ruego... —mentí, lo hice porque prefería mil veces que pensara que una sola persona me quería hacer daño que decirle que estuve secuestrada por traficantes, tal vez si le decía la verdad no me querría ayudar.
Créeme, vamos.
Él sacó una mano de entre las mías y con ella tomó mi rostro y me analizó con detenimiento, yo tenía el rostro lleno de suciedad.
Gracias.
—¿Qué te sucedió? —indagó, con la voz más tranquila.
En ese momento sentí una punzada que hizo que me cayera de rodillas al pavimento, formando un ovillo con mi cuerpo.
Él me sujetó de los brazos dándome la vuelta, colocándome boca arriba, de seguro que en mi rostro se notaba el dolor que estaba sintiendo. Giró mi cuerpo y encontró la herida de bala que tenía en mi muslo. Me tomó entre sus brazos y me colocó en los asientos traseros del auto, se montó y arrancó a gran velocidad para llevarme a quien sabe dónde.