TERMINADA |✓| [+18]
Primer libro de la Serie Crueles decisiones
La forma en la que nuestros caminos se cruzaron no fue la mejor, ideal o sana, pero pasó.
Al verlo sabía que me dañaría, sabía muy bien que acabaría destruyendo cada parte de mi, pero...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Reí un poco volviendo al taburete, él hizo lo mismo sentándose al frente de mí.
—Soy Maximiliano, puedes decirme Max —se presentó extendiendo la mano.
—Soy Andra y no tengo diminutivo o apodo, aunque mi hermana menor me dice Romea —respondí, tomando su mano para moverla de arriba abajo.
—No te llamaré Romea, es un nombre y tú ya tienes uno, así que, buscaré alguno, soy bueno para eso. Solo dime que cosas te gustan —propuso alegremente.
Vamos rápido.
Puede ser divertido, nadie aquí sabe lo que me gusta.
—Mmm, déjame pensar —dije, tocándome la barbilla con el dedo índice— ¡ya sé! —exclamé emocionada, provocando una risita en él —prefiero el té, amo el queso y los girasoles sin duda alguna son mis flores favoritas, aunque creo que de eso no podés sacar un buen apodo —me excusé, llevando un pedazo de tarta a mi boca.
Eres una tragona.
Mala mía.
—Tienes razón, aunque creo que te podría decir chefcito —comentó, parándose para tomar un tenedor y luego volver a su asiento.
—¿Chefsito? ¿Cómo la rata de Ratatouille? Sé cocinar, pero no tan bien como Remy. —Puse una mueca, estaba confundida.
Él se largó a reír.
¿Y ahora? ¿Qué dije?
Creo que ese es el pensamiento constante de Kirk cuando te ríes de él.
—No es porque sabes cocinar, aunque eso no lo sabía, se debe a que dijiste que te gusta el queso y él es una rata que por obvias razones ama el queso. Además, los girasoles son anaranjados y, a veces, el queso también, pega de maravilla... ah y hay infusiones naranjas —explicó luego de calmarse, a la vez que tomaba un pedazo de mi tarta.
Me quedé procesando un poco la información hasta que lo entendí, y esa vez fui yo quien comenzó a reír.
Eres lenta.
—Tienes razón, ¡chefsito será! —exclamé, levantando el tenedor de forma triunfal, el cual fue chocado por el suyo.
—Y bien, chefsito, ¿qué haces aquí? —indagó, achinando un poco los ojos.
¿No saben preguntar otra cosa?
—Mejor cuéntame tú, ¿qué te trae a visitar a tus hermanos? —esquivé la pregunta con otra.
—Entendí el mensaje, mejor no pregunto —asentí levemente, llevándome otro bocado. —De hecho, vine a pasar una temporada aquí, ya sabes, unir lazos fraternales —contestó despreocupado.
—Comprendo, eso es bueno, tal vez así las cosas se calman... —me callé en cuanto me di cuenta de lo que dije.