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El cielo se ha puesto gris, de acuerdo con mi humor. Le sonrío un poco al cielo cuando al meter la llave en la cerradura, la primera gota se deja caer justo en mi frente.

Rápidamente entro, intentando evitar el aguacero que se ve que caerá dentro de unos momentos. Justo a unos pasos de la puerta, me esperan tres pares de manos estiradas. Entrego el paquete con los pastelillos y luego me escabullo a mi habitación. O al menos es lo que habría hecho, si no fuese porque mi madre me sigue de cerca.

—Estuviste llorando —. Dice en cuanto cierra la puerta de mi habitación a su espalda.

Me encojo de hombros sin mirarla, y dejo caer el bolso de mi hombro al suelo, junto a mi cama.

Mi habitación es pequeña, soy el único omega hombre de la casa, así que me dieron un poco de privacidad dejándome tener un cuarto para mi solo, pero el espacio es igual al que sería por cada una de mis hermanas, a pesar de que ellas comparten la suya. La cómoda está encajada a un lado del escritorio y una escalera me ayuda a subir a la cama que está sobre él.

Los muebles de una imitación a madera oscura, mientras que todo lo que tiene color es de tonos grises, azules o verdes. Masculino.

Me siento en la silla, mientras mi madre se mantiene apoyada en la puerta, mirándome fijamente. Y yo una vez más me encojo de hombros, pero no puedo evitar que las lágrimas vuelvan a caer.

Me muerdo los labios para evitar sollozar como un niño, pero no puedo evitar hacerlo cuando mi madre envuelve sus brazos a mi alrededor. Ella no dice nada, solamente me sostiene mientras me derrumbo y dejo salir toda mi frustración. Si solo él hablase directamente, si lo dijese las cosas que guarda en su interior sin que yo tenga que forzarlo a ello.

Mi madre comienza a acariciar mi espalda mientras tararea la canción que cantaba para mi cuando era pequeño y tenía problemas. El sonido de su voz, junto con sus caricias hacen que poco a poco me calme y luego solo las lágrimas caen silenciosas a su pecho.

Ella me sostiene incluso cuando ya no me quedan lágrimas que derramar. Sus manos acarician mi barbilla y mis mejillas, eliminando los últimos rastros de mi tristeza.

Alzo la mirada y ella tiene una sonrisa en sus labios, pero sus ojos nadan en lágrimas no derramadas.

» ¿Quieres hablar de ello? —Me pregunta, y aunque sé que debería pedirle consejo, no sé como hacerlo sin revelar la verdadera naturaleza de mi relación con Shin-chan. Ella solo lo conoce por lo que le he hablado de él. Esto pondría en una nueva perspectiva todo lo que le cuente de ahora en más.

Sacudo mi cabeza, pero al final asiento, aceptando que lo mejor es hablar. Ella asiente y sale silenciosamente de la habitación, cerrando la puerta al salir.

Refriego mi cara, intentando ocultar los últimos rastros de mis lágrimas, pero sé que ella hará que la sala de estar quede vacía antes de llamarme para tomarnos un té y hablemos tranquilamente y en privado.

Unos golpes en la puerta son su señal para que salga de la habitación, y así lo hago. Me encamino al baño y lavo mi rostro con agua. Me miro al espejo y hago una mueca a mi reflejo. Los ojos rojos e hinchados por llorar, el rostro rojo por los sollozos.

» Bueno —, dice ella, sentada en el sofá cuando salgo del baño —, estoy aquí para ti.

Sus ojos se ven enrojecidos, no como los míos, pero se tiene que haber dejado escapar un par de lágrimas antes de llamarme.

—Tengo que contarte todo del principio —, le digo, dejándome caer pesadamente en el sofá a su lado. Tomo la taza de té, y doy un par de sorbos para no perder los nervios.

Ella se mantiene en silencio, mirándome de vez en cuando. Desde la habitación de mis hermanas, escucho su conversación apagada por la puerta cerrada, así como el sonido de la música pop saliendo de los altavoces de su reproductor de música.

Me relajo al notar que ellas no podrán escuchar nada de lo que yo diga aquí y ahora, y al fin, me tomo un último sorbo de té. Me armo de valor y le cuento todo:

«Al finalizar la práctica me acerqué a Shin-chan. Hablamos, más bien hablé yo. Comenté sobre lo que había pasado en la práctica y que tal vez somos la base de nuestras jugadas en equipo. Él ni siquiera me miró, pero yo creía que me escuchaba.

—¿Sabes? Al final, Miyaji-san tenía razón —, le digo, esperando que él me pregunte de qué hablo, pero Shin-chan solo se da la vuelta y se aleja de mi hacia el baño junto a los camerinos.

En lugar de seguirlo, como lo haría normalmente, solo me encojo de hombros y me voy con los demás. Me siento frente a mi casillero y comienzo a desvestirme para ir a la ducha.

Al volver, me siento una vez más, con la toalla cubriendo mi entrepierna, y me visto con ropa limpia. Shin-chan entra al camerino y se desnuda rápidamente antes de alejarse a las duchas él solo. Los senpais y los demás se apresuran y salen rápidamente, haciendo planes de ir a comer ramen. Yo me quedo, esperando a Shin-chan, como siempre.

Pero él se ve molesto al verme aún ahí cuando sale de la ducha.

—¿Aún no te vas? —Pregunta. Su ceño está fruncido, y yo le respondo como siempre, haciendo bromas.

—Te esperaba, Shin-chan. ¿Quién más te llevará en el carro? —Él me ignora y comienza a vestirse.

» Últimamente estás más enfadado que de costumbre, ¿qué ocurrió con tu lado tierno? Ahora solo eres hostil.

Dejó salir una carcajada, pero él no muestra ni una sonrisa. Así que me encojo de hombros una vez más y termino de hacer un nudo en mis tenis.

—Eres molesto, Takao —, dice. Sus ojos parece que escupieran fuego cuando me mira.

No sé que me posee en el momento, pero algo en lo profundo de mi interior, me impulsa a ponerme de pie, y al estar él sentado terminando de vestirse, hace que nuestra alturas sean similares. Me pongo frente a él, y me agacho para besarlo.

Shin-chan se congela por un momento, pero luego su mano pasa por la parte de atrás de mi cabeza, y me empuja con insistencia hacia él.

El beso que empezó inocente, como parte de una broma, se vuelve insistente, ardiente, violento. Shin-chan empuja su lengua en el interior de mi boca, y la mueve acariciando mi lengua y cada uno de mis dientes.

Un fuego se enciende en mi interior, y él me empuja sobre su regazo, forzándome a sentarme sobre él. A través de mi ropa y su toalla, puedo sentir su erección empujando en mis nalgas.

Sus manos bajan a mis caderas, y comienza a mecerme de atrás adelante sobre su regazo, sobre su erección. El beso no termina, y tantas cosas a la vez, hacen explotar mi cabeza.

El calor se incrementa en mi interior, y mi agujero comienza a latir y segregar líquido, preparándose para la penetración. Las manos de Shin-chan suben por mis costados, levantando mi camiseta. El calor de sus dedos me hace estremecer, pero no quiero que se detenga.

Sigo, inestable, moviendo mis caderas sobre las suyas, buscando liberación, buscando la penetración. Ni siquiera estaba yo en celo en ese momento, pero el calor que sentía era similar.

Los jadeos aumentaron de intensidad y cuando mis manos bajaron para sacar de en medio la ropa, él me detiene. Sus manos apresando firmemente mis muñecas. El beso termina tan abruptamente como comenzó, y apoyando su frente en la mía, él dice solo una última cosa antes de alejarme por completo de él.

» No.

Me siento ligeramente herido por el rechazo. Peroal pasar los días, puedo notar que no es exactamente a lo que se refería».

Midotaka - Chokusetsu Ie (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora