Al abrir los ojos, tengo un paño frío sobre la frente. Mi madre se encuentra sentada junto a mi en mi cama.
—¿Qué pasó? —Le pregunto. Mi voz suena ronca a mis oídos e intento aclararme la garganta.
—Te desmayaste —, dice ella. Bajo sus ojos tiene grandes ojeras, y sus ojos están rojos e hinchados, como si hubiese pasado la noche en vela —. Has estado vomitando toda la noche y ahora estás deshidratado. Vino el doctor y dice que solo tienes un resfriado —. Ella toca mi rostro y pone un termómetro en mi boca —. Tu fiebre ha ido bajando poco a poco, pero estoy preocupada.
Al pitido del termómetro, ella lo saca de mi boca y sonríe al ver el resultado.
» Treinta y seis punto siete —, dice suspirando —. Ya está normal —. Ella guarda el termómetro en una palangana vacía, mientras que otra con agua fría al parecer, permanece junto a mi cabeza —. Ya avisé en la escuela que no irás hoy, así que descansa y recupérate. Han pasado muchas cosas en estos días y tu cuerpo intenta procesarlo todo.
Ella besa mi frente y sale de la habitación cerrando suavemente la puerta tras ella. Yo suspiro y me acomodo en la cama para seguir durmiendo, pero un nuevo mareo me hace dar vuelta la cabeza y coger la palangana con agua, donde intento vomitar, pero mi estómago vacío no tiene nada que sacar.
Las lágrimas se escurren de mis ojos, cuando mi madre vuelve corriendo a mi habitación, coge la palangana y se la lleva, dejando una nueva en su lugar. Yo toso una y otra vez. Siento el cuerpo destruido y el estómago revuelto por la gripe.
Mi madre vuelve a mi habitación con una bebida hidratante, me ordena que me la beba y no sale de la habitación hasta que lo hago.
La ropa se me pega al cuerpo, por lo que intento salir de la cama para ir a cambiarme, pero ella llega justo cuando me pongo de pie, e intenta empujarme de vuelta a la cama.
—Es que estoy muy sudado —, le digo con voz ronca.
—Lo sé, pero no debes salir de la cama —, dice ella.
—Pero si ya estoy mejor —, le digo abriendo mis brazos para que me mire —, ya estoy bien.
Ella me mira con ojo crítico, pero asiente con su cabeza al pasar unos minutos. Me acerca una nueva pijama y se queda en la habitación, sosteniéndome para que no vaya a caerme cuando mis piernas fallan un poco al mantener mi peso. Me cambio con tanta rapidez como puedo, pero ella nota algo en mí que yo no había visto hasta ahora.
—¿Qué es esto? —, dice ella, señalando marcas amoratadas en mi cadera.
Yo miro, entre horrorizado y maravillado las marcas que las manos de Shin-chan han dejado en mi piel.
—No sé —, le digo, pero no puedo ocultar el rubor que cubre mi rostro.
—Creo que si lo sabes —. Me dice, mirándome como solo una madre puede hacerlo —. Sabes que puedes confiar en mi.
Yo asiento con la cabeza, pero no soy capaz de contarle la verdad. Ni de mirarla a la cara. Después de todo lo que ha pasado estos últimos días, decirle que tuve sexo con Shin-chan sin protección, aunque ninguno de los dos estaba en celo, probablemente si la haría enojar. Y aún estoy avergonzado por la última historia que le conté.
Termino de vestirme y vuelvo a la cama antes de que mi madre salga de la habitación. Pero voy a la puerta y la abro una rendija para confirmar que se ha ido a la cocina, antes de correr al baño.
Al mirarme al espejo, doy un grito ahogado. Tengo ojeras aún más grandes que las que tiene ella, tengo el rostro blanco y parezco demacrado, incluso a mis propios ojos. Me mojo el rostro con agua, pero se siente tan bien, que mejor decido darme un baño.
Mi madre golpea la puerta desde afuera al escuchar el agua correr, pero yo la tranquilizo sin abrir la puerta.
—Solo me daré una ducha.
—Estás con fiebre, Kazunari —, dice, sonando molesta.
—Ya estoy bien —, le digo, haciendo rodar los ojos.
Ella se queda en silencio y yo aprovecho de meterme bajo el agua caliente que limpia los restos de sudor y vómito de mi cuerpo. El agua relaja cada uno de mis músculos por lo que me quedo un tiempo de más bajo el agua corriendo.
Salgo de la ducha unos minutos después y me visto luego de secarme. Me seco el cabello y salgo del baño para vez a mi madre parada en la puerta. Ella estira su mano y toca mi frente, revisando si me ha vuelto a subir la temperatura, pero se tranquiliza al ver que estoy bien.
—Te dije que ya estoy bien —, le digo tomando sus manos en las mías, sonriendo.
Ella me sonríe de vuelta y golpea mis mejillas suavemente antes de darme un ligero pellizco en cada una.
—Está bien —, dice ella y se aleja a la cocina murmurando para sí misma.
Yo sacudo la cabeza y me acomodo en el sofá para ver un poco la televisión.
» Tómate esto, lentamente —, dice ella, acercándome una taza con un poco de sopa —, te ayudará.
Acepto la taza y le doy un par de sorbos, probando a ver si mi estómago tolera el alimento. Al ver que todo está bien, le doy un par de sorbos más mientras veo un programa de variedades.
Mi madre va a mi habitación, y entra y sale, limpiando. Su voz es baja, y yo con cuerpo caliente y el estómago lleno luego de comer algo, me quedo dormido poco a poco.
Me despierta el sonido de voces lejanas. Al abrir los ojos, mis padres hablan, abrazados en el sofá junto al mío.
—Entonces, ¿todo está bien? —Le pregunta mi padre en silencio a mi madre. Ella sacude un poco la cabeza.
—No estoy segura. Él no quiere hablar de ello —, le responde ella.
—Es un adolescente —, le dice mi padre con una sonrisa en el rostro —, no podemos esperar que nos lo cuente todo.
—Lo sé. Pero estoy un poco preocupada —, dice ella, jugando con las manos de él.
—Tú eres su madre, sabes que algo no está bien y estás preocupada —, dice él, saca una de sus manos de entre las de ella, y acaricia el cabello de ella —. Yo soy su padre, sé que algo no está bien, pero espero que él cuente con nosotros si nos necesita.
—Lo espero yo también —, dice ella suspirando y me mira, viéndome con los ojos ahora abiertos —. Kazunari, dormiste la mayor parte del día.
—Uff, y aún me siento un poco cansado —, le respondo con una sonrisa.
Levanto mis brazos sobre mi cabeza, estirándome, pero el movimiento una vez más me provoca nauseas, por lo que me levanto con rapidez y corro al baño para devolver lo poco que había comido.
Mi madre entra al baño tras de mi y se muerde las uñas.
—¿Seguro que estás bien? —, me pregunta ahora, nerviosa.
—Eso creo —, le respondo bajando la tapa del inodoro y haciendo correr el agua.
Voy al lavamanos y me enjuago la cara y la boca antes de llevar mi mano a mi vientre.
Mi madre me mira por unos momentos, y habla en voz muy baja.
—Creo que deberíamos repetir la prueba de embarazo.
Me quedo con la boca abierta, mirando al espejo y la veo a ella tras de mi, mirando mis ojos.
Yo soloasiento con la cabeza mientras mi mano protege mi estómago, procesando suspalabras.
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Midotaka - Chokusetsu Ie (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #3)
Fiksi PenggemarMidorima y Takao están en una feliz, feliz relación. O eso es lo que parece, hasta que Takao quiere más de lo que Midorima puede dar. O tal vez no... Pero ser un "tsundere", definitivamente no les está ayudando. Las cosas se salen de control cuando...