♪Allegretto♪

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Salía de clases cuando Levi llegó a su aula hecho una fiera.

—Vamos a ir por el violín de tu madre —dijo Levi.

Eren casi se ahogaba con su propia saliva.

— ¿Enloqueciste? —dijo viendo como el Ackerman tomaba sus cosas y lo arrastraba de camino fuera de la universidad.

—Dame tus llaves.

—No.

—Dámelas, Eren.

—Tú ni siquiera sabes donde vivo y no me has preguntado lo que yo quiero —Levi suspiró frustrado, entornó los ojos diciendo que aquello era una pérdida de tiempo—. Yo quiero que no vayas.

—Ese idiota te quitó lo único que tienes de ella.

—Pero es mi padre Levi.

—Te golpea.

—Es mi padre.

—Puede ser tu padre y eso no le da el derecho de golpearte —Eren quiso volver a hablar, Levi lo calló—. Tienes de dos: me das tus llaves para entrar por las buenas o voy y derribo la puerta de tu casa y destruyo todo hasta encontrarlo y traerlo.

Pensó en lo peligroso que se veía con aquella mirada de ir por todas cuando se trataba de él; no era la primera vez que lo veía de aquella manera, pero justo ahora parecía tremendamente sexi.

Eren lo besó, llevándolo a rastras dentro de uno de los salones vacios de la facultad de Pedagogía y atrancando la puerta con una de las mesas.

—Si me miras así, lo único que quiero es que me la metas aquí mismo.

Levi puso los manos sobre los hombros de Eren, quizá para intentar separarlo o para mantenerlo a la misma distancia, no le dio tiempo de actuar cuando el castaño ya estaba juntado sus bocas. Con los ojos cerrados separó sus labios y dejó que el Ackerman se diera banquete al introducirse en su boca. Levi movió de golpe ambas manos a los costados de su cadera, sentándolo sobre el escritorio mientras mordía sus labios hasta que Eren comenzaba a quejarse del dolor.

— ¿Papi está molesto? —dijo Eren. Levi gruñó volviendo a juntar sus labios. Pronto no hubo ninguna tela sobre el torso del castaño. A pesar de estar solo con el pantalón y en medio del frío por los climas de invierno, Eren sentía el calor corroerle terminando por desabrochar el botón del pantalón.

La boca de Levi iba haciendo su trabajo, dejando una que otra lamida por su cuello, luego comenzó a sentir el picor delicioso por donde sus labios iban deteniéndose dejando pequeñas marcas rojas. Mientras, él se encargaba se morder la palma de su mano evitando que saliera algo demasiado escandaloso de su boca. Hacerlo en un salón de clases era una situación complicada que no pensó con detenimiento.

—Papi quiere escucharte gritar por más —dijo Levi.

En aquel punto su cuerpo ya pedía otro tipo de atenciones que palpitaban dolorosamente.

La tela fue terriblemente estorbosa para que sus manos entraran en contacto con la carne de Levi, él también quería hacer de las suyas; mientras, su contrario todavía dejaba marquitas rojas por su pecho, pero entre la posición en la que se encontraba era imposible hacer alguna cosa.

Dio un saltito cuando Levi lo bajó de la mesa y le daba vuelta dejándolo boca abajo sobre la mesa. No necesitaron pelear con el pantalón, cedió solo por el movimiento.

Intentó levantarse por lo frío de la madera, Levi tiró de sus cabellos ayudando a su manera, mientras Eren recargaba su peso sobre sus brazos, temblando por las sensaciones que el Ackerman le provocaba con cada mordida sobre su espalda.

Musicalmente CorrectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora