El orfanato se veía un poco diferente a como lo recordaba, algo natural considerando que la vez en que lo visito había sido varios años después de ese momento (maldición, aunque era la verdad, al pensarlo de esa forma sonaba como un completo sin sentido). La pintura se veía un poco mas nueva, al igual que algunos cuadros o adornos que había colgados sobre las paredes, sin embargo, ya desde ese momento parecía tener la alegría o inocencia de los niños bien plasmada en su ambiente, pues constantemente escuchaba risas y voces divertidas.
Eiichi pudo comprobar todo eso mientras buscaba la cocina después de haberse cambiado con la ropa que le habían dado. Se trataba de una simple camiseta lisa roja y un pantalón negro, aunque era bastante cómodo, tanto como sorprendente el hecho de que le quedase bastante bien (aunque debía subir el pantalón de vez en cuando, pues era un poco más grande que lo que él necesitaría).
La mujer que al parecer dirigía el orfanato no había mentido, de vez en cuando había pequeños letreros que le indicaban el camino hacia distintas zonas, entre ellas la cocina, a la cual pudo llegar sin mayores problemas. Dentro de aquel sitio se encontraba aquella dama que al parecer se entretenía dando los toques finales a los alimentos que seguro comerían los niños una vez que la hora de la cena llegase.
—Ah, ahí estas —Habló la mujer una vez que notó su presencia—. Creo que antes hemos olvidado presentarnos, yo soy Goro Amaya, puedes llamarme solo Amaya.
—Eh, mucho gusto —Sonrió levemente—. Ootori Eiichi... Ese es mi nombre.
—Así que Eiichi-Kun, ¿Eh? —Amaya asintió lentamente, antes de señalar hacia una alacena— Ya que estás aquí, ¿Puedes ayudarme un poco? Ya es tiempo de poner la mesa para los niños.
—Ah, si, esta bien.
Aún siendo cauteloso, Eiichi se adentro a la cocina y comenzó a sacar algunos platos y vasos de la alacena. Amaya lo miraba con atención mientras servía la comida, no estaba segura de como desarrollar la conversación de tal modo en que pudiera aclarar todas las dudas que tenia en ese momento.
—Eiichi-Kun —Llamó, captando la atención del castaño—, ¿Cómo hiciste que Otoya-Kun hablara contigo?
—¿Mmm? —Eiichi se confundió un poco con aquella pregunta, pues no había hecho nada especial, de hecho, ¿No había sido Mini-Otoya el primero en dirigirle la palabra a él?— Yo... Solo le hable y ya esta, como a cualquier persona.
Amaya asintió al escuchar aquello, mientras mordía un poco su labio, pues la respuesta de aquel joven había generado mas dudas de las que aclaró.
—Gracias por traerlo —Dijo después de algunos segundos de silencio—. ¿Por qué no te quedas a cenar? Para compensar tu buena obra.
—¿Qué? No, no, no hace falta, de verdad —Eiichi negó con la cabeza—. No quiero dar molestias, yo...
—No será ninguna molestia —Afirmó Amaya sonriendo pícaramente—. Después de todo me ayudaras a lavar los platos una vez que terminemos, ¿No?
—¿Eh? Bueno... Podría, pero...
—Pues ya esta —Colocó los puños sobre sus caderas—. Además, no ha dejado de llover, así que no tienes nada mejor que hacer por ahora.
Dicho esto, Amaya continuo sirviendo la comida en los platos con cierta euforia y alegría. Eiichi siguió sacando mas cosas para la cena, al mismo tiempo que se preguntaba "¿En donde se había metido?"
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[UtaPri] Guitar.
Fanfiction"¿Hay algo de lo que te arrepientes?" Hace varios años, durante su más tierna infancia, Ittoki Otoya perdió todo lo que amaba, a causa de eso, cerró su corazón al mundo y dejó de sonreír, sintiéndose culpable de todas las cosas malas que les sucedía...