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La escena que tenía delante era completamente nueva, pero se sentía tan malditamente familiar que resultaba demasiado doloroso el verla: Tal como había pensado, Eiichi encontró a Mini-Otoya en el parque donde se conocieron. El pequeño niño se encontraba sentado sobre uno de los columpios y miraba hacia el suelo, totalmente perdido en sus pensamientos y sin poner atención a las cosas a su alrededor, como la fuerte lluvia que lo rodeaba.

Ante tal escena, no podía evitar preguntarse, ¿Sería así como el Otoya que él mismo se encargo de romper, solo para que escribiera una letra escalofriante, se habría visto después de sus acciones? Aunque no tenia forma de comprobarlo, estaba casi seguro de que tenía razón al pensar de esa forma. 

—No volverá a pasar —Se dijo a si mismo mientras comenzaba a caminar lentamente hacia donde Mini-Otoya se encontraba.

En su tiempo, no tuvo la oportunidad de remediar el daño que le había provocado al líder de ST★RISH, pero por nada del mundo dejaría que eso se repitiera. Esta vez no desaprovecharía lo que tenia delante. Siendo así, cuando estuvo a solo unos pasos de llegar al lado del pequeño, extendió el paraguas que había llevado y, con él, se encargó de cubrir al pelirrojo de la lluvia, aunque este ya estaba completamente empapado, lo hizo de todas maneras.

Al parecer, Otoya se sorprendió al ya no sentir las gotas de agua cayendo sobre su cuerpo, por lo que alzó la cabeza para ver que era lo que había pasado, encontrándose así con los ojos violeta de quien le había estado enseñando un poco de guitarra en días anteriores. Ante tal situación, Eiichi no pudo evitar visualizar en ese niño a el Otoya que presenció durante el proyecto de duetos, algo que instaló una serie de emociones contradictorias en su ser.

—Te encontré —Mencionó Eiichi, pero Mini-Otoya no pronunció ninguna palabra—... Rompiste tu promesa, ¿Por qué?

Eiichi se agachó con el fin de mirar al menor con más cercanía, solo mantuvo un brazo en alto para seguir cubriendo a Otoya con el paraguas, pero él, de nuevo, no respondió, en cambio, volvió a agachar la cabeza y alzó los hombros, aunque su expresión dejaba ver que se arrepentía un poco de lo que había hecho.

—Dijiste que no volverías a escaparte así... —Insistió el castaño, con la vaga esperanza de escuchar alguna palabra— Volvamos a casa, ¿Si? Después... Quizá podamos hablar un poco.

Aunque lo pensó durante algunos segundos, finalmente, Otoya terminó asintiendo y poniéndose de pie, listo para caminar al lado del mayor... Solo que, a diferencia de la otra vez, no tomó su mano para ir realmente junto a él...

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Tan pronto llegaron al orfanato de nuevo, Otoya corrió dentro, sin si quiera dar la oportunidad de que alguno de los mayores le dijera algo. Amaya suspiro en cuanto vio aquella acción de parte del niño.

—Ah, gracias por traerlo de vuelta... Otra vez —Dijo mientras le pasaba a Eiichi algunas toallas para que secara.

—No hay de que, pero... —El castaño tomó una de las toallas y comenzó a secarse un poco— Esto es un dejavu.

—Lo es —Sonrió un momento, pero de inmediato la preocupación regreso a su rostro—... Eiichi-Kun, yo... Sé que dijiste que tienes que irte, pero...

—... Realmente no sé si puedo evitarlo —Contestó el ojivioleta, intuyendo lo que Amaya le quería pedir—. Si dependiese de mi, no dudaría en quedarme otro poco, pero... Pero no es mi decisión.

—No lo entiendo, ¿Cómo podría no serlo? ¿Algo te... Esta obligando a irte?

—... Yo no diría obligar, solo... —Suspiró— Las cosas deben volver a la normalidad, lo que sea que haya pasado... Tendrá que terminar.

[UtaPri] Guitar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora