Epilogo:

30 1 0
                                    

Cuando Eiichi despertó, no reconoció el lugar donde estaba, no al principio, pero le bastó ver un poco a su alrededor para poder orientarse... Y en ese momento sintió que su alma saldría de su cuerpo. Rápidamente se sentó, ya que al parecer estaba recostado en un sillón, para  poder analizar bien lo que veía: Estaba en la habitación de Otoya, pero no en la del orfanato, no, era su habitación en el Master Course, decorada tal cual la recordaba de ese día en que todo había empezado, estaba exactamente igual... Entonces, ¿Eso significaba que...?

—Ah, menos mal has despertado...

No tardó un solo segundo en reconocer esa voz detrás de si, por lo que se dio la vuelta con rapidez, encontrándose así con el dueño de la misma.

—... Otoya... Tú... —Exclamaba asombrado— E-Estas mayor.

Y era cierto, pues delante no tenía a un niño, no, tenía al Ittoki Otoya que él conocía, aquel líder de un popular grupo de idols y que lo miraba entre confundido y alegre.

Si... Sin duda había funcionado. Había regresado su tiempo, al fin.

—Eh... Si... Creo... ¿Me dijiste viejo? —Preguntó el pelirrojo alzando una ceja, mas pronto le restó importancia— Bueno, no, eso no es lo importante, lo importante es que al parecer te encuentras bien, llevabas horas inconsciente.

—... ¿Horas? —Preguntó desorientado, ¿Solo una horas?— ¿Qué... Qué fue lo que ocurrió?

—Es... Una historia muy rara y que sinceramente no termino de entender... —Otoya suspiró— Creo que... Cecil hizo algo raro y... Desapareciste. Eiji se alteró cuando no llegaste a casa anoche, vino hasta aquí y... Bueno... Tuvimos algunos problemas para calmarlo y explicarle lo que había pasado, pero... De pronto te encontré, cerca de las once de la noche, estabas en el mismo lugar donde te esfumaste, desmayado pero... Entero, menos mal, te trajimos  hasta aquí, yo me ofrecí a cuidarte y... Ya despertaste.

Eiichi escuchó el curioso resumen de la historia de Otoya, al parecer de su lado no había pasado gran cosa... Aunque algo de lo que contó le llamó mucho la atención.

—... ¿Dijiste "anoche"? —Instintivamente miró la ventana, estaba amaneciendo, así que debían ser cerca de las seis o siete de la mañana.

—Si, ¿No lo recuerdas? —Otoya se vio un poco asustado— Ayer viniste aquí porque te invité, tocamos un poco, te encontraste con Cecil, pasaron cosas y...

—No... Si recuerdo bien lo que pasó —Interrumpió, altamente sorprendido—. Lo de Cecil, el ritual raro y todo eso... Solo que... Para mi pasaron dos semanas...

De pronto su vista fue a dar directo a su pecho, pues quería comprobar si aún tenía el collar puesto. La respuesta era positiva, ahí estaba esa cosa... Solo que de nuevo volvía a ser completamente verde y brillante.

No había duda, su aventura en el pasado había terminado por completo.

—¿Dos semanas? ¿D-De qué...?

—No vas a creer todo lo que ocurrió —Afirmó Eiichi quitándose el collar—. Y yo no quiero volver a ver esta cosa en mi vida, no tengo idea de lo que es capaz de hacer.

—Ja, ja, ja, ja, creo que tienes un par cosas que explicarme, Eiichi.

—... Un par de cosas es poco.

.
.
.
.
.

Durante las siguientes horas, Eiichi se dedicó a contarle a Otoya todas y cada una de las cosas por las que había pasado durante las dos semanas que vivió en el pasado. Al principio pensó que el pelirrojo no le creería para nada, mas grande fue su sorpresa al notar que él afirmaba recordar pequeños detalles de esa aventura, no eran muy nítidos ni tampoco largos, pero sin duda estaban ahí, esperando a ser desenterrados, aunque sea un poco.

—Sabía que no podía haber regresado al orfanato solo, no tenía idea de donde quedaba —Aseguró una vez que Eiichi terminó de contar su versión de los hechos—. Y eso también explica porque de vez en cuando recordaba que había alguien más ahí, a parte de Amaya-San, claro... Y Eiichi, no lo puedo creer, ¡Todo este tiempo fuiste tú el que me enseñó a tocar la guitarra!

—¿Bromeas? Tú siempre tuviste un talento natural para eso, no entiendo como fuiste capaz de imitar la canción que toqué, me dejaste impactado.

—Ni se te ocurra preguntarme nada, porque yo tampoco sé que hice —Afirmó antes de comenzar a reír—... Amaya-San solía decirme que un ángel bajó del cielo a cuidarme durante un tiempo, pero que regresó a su hogar cuando me sentí mejor... Jamás entendí a que se refería... Pero ahora lo sé, Eiichi.

—Creo que eso de "un ángel" es decir demasiado...

—Yo no... Gracias —Dijo sonriendo, ah, esa bella sonrisa que él poseía era increíble—. Quizá no recuerdo casi nada de lo que hiciste, pero está claro que me ayudaste demasiado... No solo me enseñaste a tocar la guitarra, hiciste que volviera a sonreír y... Je, je, también fuiste tú quien me dio la púa...

—Si... Hablando de esa púa...

—¿Mmm? ¿Qué pasa con ella?

—... ¿De dónde salió...?

Y tras esa pregunta... Se hizo el silencio.

—... Tú me la diste —Afirmó Otoya después de algunos segundos.

—Si... Pero tú me la diste a mi antes —Dijo Eiichi, haciendo que Otoya comenzará a pensar más seriamente en el asunto.

—Pero... Pero yo la obtuve de ti de niño... —Meditó un segundo— Y... Te la di... Y me la diste... Pero... Eiichi, ¿De dónde salió?

Ambos se miraron altamente confundidos... Antes de empezar a reír al darse cuenta del sin sentido que habían provocado... Aunque definitivamente había algo de lo que ninguno tenía la más mínima duda:

Quizá esa púa de guitarra desafiaba por completo la lógica y el espacio-tiempo... Pero se trataba de un pequeño objeto que se encargaría de unirlos una y otra vez, como un ciclo eterno que no tendría inicio ni final.

.
.
.
.
.

[UtaPri] Guitar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora