Adrien y Nino se miraron frente a frente en el techo del instituto.
Si dos archienemigos iban a tener un encuentro, tenía que ser épico. Qué importaba si había sido casi imposible subir.
-Se que esto es la guerra, pero te propongo una tregua.
Habló el moreno mientras el rubio miraba algo confuso todo.
-¿Por qué y que te hace pensar que voy a aceptar?
El de lentes señaló su muleta y habló.
-No puedo correr bien y eso me hace estar en desventaja. Además, si te niegas, recuerda que tengo prisionera a una de las tuyas.
Adrien instantáneamente negó horrorizado.
-No te atrevas a hacerle nada. La guerra está pausada hasta el día que te quiten el yeso.
Habló antes de darle la mano cerrando la tregua, haciendo que Nino sonriera victorioso.
Haber aceptado quedarse con el hámster que por alguna extraña razón un gato negro que vivía con Adrien no podía soportar, fue la mejor decisión que jamás pudo haber tomado.
-Bien, ¿Ahora cómo bajamos?
Preguntó Adrien al ver que subir había sido más sencillo de lo que parecía bajar.
Después de 5 minutos de que Adrien colgará su llamada misteriosa, la flamante superheroína de París que CURIOSAMENTE iba pasando por ahí, los ayudó a bajar, pateando por accidente el yeso de Nino.
Accidentes que pasan para nada intencionales.
.
.
.Un mes después y el día al fin habia llegado.
Aquello que se había convertido en una guerra fría había llegado a su límite.
Por fin Nino se liberaba del yeso y Adrien de las ataduras de no poder atacarlo.
Azules y verdes se encontraban debajo de los pupitres, comiendo unos croissants con sus sentidos alerta, usando ropa de estampado militar.
-¿Viene alguien?
Preguntó mientras ella negaba más sonriente de lo usual.
-No mi guapísimo capitán. Coma su croissant con tranquilidad. ¿Le comenté que se ve muy lindo concentrado?
Le dijo soñadoramente mientras el negaba y fruncía su ceño.
-Marinette, no es momentos de coqueteos por ahor...
Ni terminó de decirlo y ya se había sentido mal. Miró los azules ojos aquosos que el provocó que estuvieran de esa manera y habló.
-No, yo no quise decir eso. Te amo. Estoy algo estresado. Lo siento. No sabemos que es lo que el Idiota y su soldadera nos tengan planeado hac...
-¡BUAAAA YA NO ME QUIERES!
Lloró escandalosamente interrumpiendo e importandole poco que sus enemigos pudieran escucharlos.
Adrien se asustó al ver que estaba así.
-No llores porfavor. Lo lamento, prometo no volver a hablarte así. Lo juro. Perdóname.
El rubio sintió un nudo en su estómago. ¡Jamás había hecho llorar a Marinette y se odiaba por haberlo hecho!
Piensa Agreste.
-Ya no llores mi hermosísima novia. ¿No te había dicho que con solo ver tus ojos haces que mis días se iluminen?
Si, esa frase iba directo al libro de frases para Marinette.
La azabache por el contrario habia cesado sus lágrimas con aquello.
-Adrien, no es momento de coqueteos.
Y limpió sus lágrimas de cocodrilo mientras le daba la espalda para que no notara que estaba riendo.
Solo quería un poco de drama.
El por el contrario sentía todo su interior pintarse de azul tristeza.
Ella al mirarlo sonrió burlesca, mientras rodando los ojos le daba una abrazo y besaba su pelo.
Lahiffe y Cessaire miraban con maldad que por estar besuquiandose entre ellos, habían descuidado sus bebidas.
La de lentes sacó un sobre de polvo que llevaba en su bolsillo, y lo dejo caer dentro de sus botellas con agua.
Eso era un potente laxante de ciruela, que les aseguraría una diarrea segura.
¿Era su imaginación o eso olía a victoria?
Mientras que al separarse y recordar que estaban en una guerra, Dupain y Agreste tomaron las bombitas de esencia de huevo podrido que los kwamis pondrían en los asientos de los morenos en el momento exacto en el que ellos se sentaran, con alevosía.
Adoraban tener ayuda milagrosa.
¡Hasta daban ganas de ir al baño de la emoción!
No lo pensaron ni un momento y cada quien corrió al sanitario de su respectivo sexo, pasando un tiempo agonizante.
.
.
.-¡Lahiffe!
Le gritó un adolorido del estomago Adrien, entrando sudoroso al aula que apestaba a huevo podrido.
-¡Agreste!
Gritó un oloroso Nino mientras la profesora miraba aquello con enojo.
-¿Qué sucede aquí?
Preguntó ignorando las miradas de coraje que ellos dos se daban.
-Nino nos laxó a mi novia y a mi.
-Adrien nos puso esencia de huevo podrido en nuestros asientos.
Hablaron al mismo tiempo mientras la mujer no sabía bien que decir.¡Tan solo era la profesora de reemplazo!
-Bien, o van a la oficina del director... o se perdonan.
Dijo dudosa pues no sabía si estaba haciendo lo correcto.
Lahiffe y Agreste se acercaron y miraron rodando los ojos.
-Supongo que tregua. No podemos atacarnos en la escuela.
Dijo el rubio y su contrario asintió.
-Tregua.
Ni pudo darle la mano en señal del trato cerrado antes de salir casi volando en direccion al baño.
Continuara...
Los laxantes son traicioneros. No sé los recomiendo :(
Por cierto, pronto saldrá la 4rta temporada. ¡QUE EMOCIÓN!
Luego hablamos sobre ella.Ojalá les haya gustado, y espero perdonen la redacción pero la escritora actualizó casi a las 4 de la mañana :(
En fin, disfruten.
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¡No Soy Idiota!
HumorAdrien estaba seguro que lo tachaban de Idiota, por lo tanto dará su vida con tal de demostrar lo contrario.