Capítulo 5

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Capítulo 3:

"OJOS DE AZUL SIMILAR"

El duque de Aberdeen era un completo coqueto. Nadie se lo podía negar. Con un cumplido amable y su voz armoniosa, lograba que cualquier muchachita cayera rendida a sus pies. La única excepción fue esa aldeana de cabello rojo que lo rechazó. Y eso lo divertía en gran manera. De alguna u otra forma, sentía que volvería a verla. Mucho más que eso, debido a que su amigo el príncipe la estaba buscando. Al parecer le había llamado la atención.

—Es la primera vez que te veo interesado en una chica —dijo Jerry, sentándose en el alfeizar de la ventana—. ¿Todavía no la encuentras?

—No —contestó Gilbert, pasando su carboncillo por el pergamino con diligencia. Redondeó un poco más la línea y añadió un tanto más de sombra—. Pero me encontré con el zorro del que te hablé la otra vez. Estaba apunto de que lo cazaran.

—¿Y qué tiene que ver el zorro con la chica?

—No lo sé. —Miró el dibujo. Había estado dibujando al zorro. Lo dibujó desde diferentes angulos—. ¿Tú no pudiste investigar nada más?

Jerry sonrió. —Tu chica parece que es un poco temida. Aparte del rumor de que es una bruja, creo que vive en algún lugar apartado. Me dijeron que era una pagana que hacía rituales y cosas así.

—Me cuesta creer eso.

—Y, que a veces está acompañada por la niña que golpeó a Abid. Al parecer es su hermana.

Gilbert ladeó su cabeza. —No creo que esto tenga que ver con la magia. Si ella fuera una bruja, Abid lo habría notado. Ya sabes, la magia deja una huella, aún más si es magia oscura.

—Abid es apenas un aprendiz. Podría equivocarse.

—Jerry, ¿crees que ella sea una bruja?

—No.

—Yo tampoco. Por esa razón tenemos que asegurarnos de que no le hagan algo malo ni traten de quemarla como dijo esa aldeana. Sería injusto que ella fuera lastimada cuando es inocente.

—Tampoco sabemos qué tan inocente es —habló el castaño con voz lúgubre fingida, poniendo expresión tenebrosa—. Quizá es una sirena que atrae a los hombres con su voz y luego los mata...

El pelinegro soltó una carcajada, levantándose del suelo y guardando sus dibujos en su desgastado bolso de cuero. Dejó sus lápices de carbón dentro y se puso su chaquetilla negra. 

—No te olvides de la espada, no vaya a ser que intenten robarte de nuevo —se burló Jerry.

—Si alguien pregunta, dile que estoy estudiando la economía del reino —fue lo último que dijo antes de salir por el pasadizo secreto que estaba detrás del gran tapiz que adornaba la pared izquierda. Pudo escuchar el "¡Oye! ¿Dónde estás?" de Jerry. 

El castillo estaba lleno de cámaras secretas y pasadizos escondidos. Era una suerte que hubiera descubierto aquel camino hace tan solo unos días. Podía salir sin que nadie lo notara para poder seguir con sus descubrimientos medicinales.

El final del pasadizo daba a la orilla del bosque, antes de adentrarse completamente. Gilbert caminó y se internó un poco más en aquel lugar lleno de frondosos árboles que a la luz de la luna parecían terroríficos. Él nunca había ido de noche. Lo anotó en su lista mental de cosas que hacer.

Se detuvo en el mismo árbol de siempre y se sentó a sus raíces, apoyando su cabeza en él. Comenzó a dibujar todo lo que veía. Luego iba a investigar cada una de ellas y las que no conocía las llevaría para preguntarle al mago Duck. Él era el que le enseñaba todo a Abid.

Pero pronto otra presencia se hizo visible ante los ojos de Gilbert. El zorro estaba ahí, dejando un ramito de olmo escocés a los pies del muchacho.

—¿Eh? —Gilbert volvió a mirarlo. Sí, era el zorro. Tenía los ojos tan azules como el cielo—. Muchas gracias, amigo.

El zorro se acercó un poco más a él para ver que estaba dibujando. Y Anne se quedó sorprendida al ver que en uno de los dibujos que se habían caído, estaba ella en su forma humana.

Gilbert se percató de que el zorro miraba el dibujo.

—Es bonita, ¿verdad? La estoy buscando. Además de que la vi rechazando a mi mejor amigo. Eso fue muy gracioso. Ahora que lo recuerdo, tus ojos son similares a los de ella. Bueno, solo la vi una vez, así que no podría decir con exactitud cuanto es el parecido, pero son muy bonitos. 

En ese momento, Anne ya estaba entrando en pánico. Se alejó rápidamente y dejó solo al príncipe que miró desconcertado el lugar por el cual se había ido.

Anne volvió a la casa, convirtiéndose en la chica alta y hermosa que era. Se quedó sentada en las escaleras, tapando su cuerpo desnudo con una manta larga. Y tenía sus mejillas sonrojadas a más no poder.

—Dijo que era bonita —susurró, escondiendo su rostro entre sus manos, dejandose llevar por aquel sentimiento que nunca había experimentado. Fue la primera vez que ella lo visitó en ese lugar del bosque.

El Bosque (Anne x Gilbert) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora