Capítulo 2

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El jueves había llegado trayendo consigo el comienzo de las clases en la Universidad Estatal de California, Los Ángeles. Qué solamente estaba a veintiocho minutos del hogar del señor Miyagi, donde Abby tuvo que levantarse demasiado temprano para su gusto y tomar un taxi hacia la universidad.

Era grande. Demasiado grande, demasiado y estaba aterrada. En ese momento en el que puso un pie a las afueras de la universidad, deseó con todas sus fuerza que Daniel estuviera con ella, así no sería un manojo de nervios y se reiría de cualquier estupidez que Daniel dijera.

Pero él no estaba ahí.

Abby no podía negar que estaba ansiosa por comenzar alguna carrera universitaria pero estaba nerviosa, y eso hacía que todas las espectativas literalmente cayeran bajo sus pies al caminar hacia la entrada del gran establecimiento.

Se acercó a una chica rubia con una gorra que tenía en el centro una gran y roja «C» en ella. Bueno, ni hablar de todo su vestuario, parecía algun tipo de porrista o algo así.

Vaya, eso es espíritu universitario. Pensó.

—¿Estás perdida?—sonrió la chica de la gorra. Demasiado entusiasmo.—¿eres nueva, no es así?

Abby asintió entregándole un papel sin abrir su boca.

—Primer año...—leyó la chica.—¿Abigail...Miller?

—Abby, solo, Abby.—corrigió rápidamente.

—Solo Abby.—sonrió la chica.—sigueme.

La pelinegra asintió y comenzó a caminar detrás de la rubia por el lugar, al parecer la llevaba a su aula, ya que entraron a un pasillo con demasiadas puertas. Se detuvo de golpe frente a la novena puerta del lado derecho del pasillo, provocando que Abby chocara un poco al detenerse la chica.

—Oh, lo siento.—murmuró.

Este ambiente era extremadamente nuevo para la pelinegra, su primer año, sin el señor Miyagi cerca para aconsejarla, sin su novio, sin sus padres, y sin amigos, quién lo diría. Perfecta combinación.

Descuida. Aquí es, aula A9.—señaló. Abby observó la puerta detenidamente por unos segundos.

Puedes evitar que te maten a ti y a tu novio pero no tienes el valor para entrar a un miserable aula de clases. Pensó.

—Hm,—carraspeó la chica.—¿puedes entrar sola o...?

—Sí, yo... está bien. Gracias.—la miró en un intento por sonreír.

La chica rubia asintió con una sonrisa de regreso y se alejó.
Abby suspiró, aumentó la fuerza en el agarre de los tirantes de su mochila y tomó aire nuevamente antes de caminar hacia la puerta y tocarla tres veces.

Un adelante se escuchó desde el interior, Abby abrió la puerta y se quedó de pie en el umbral al sentir las miradas de todos los alumnos sobre ella. Tragó saliva y miró al profesor.

—¿Se le ofrece algo, señorita?

Asintió caminando hacia el hombre de gafas, extendiendole el mismo papel que a la chica rubia de hace unos segundos.

—Sí, señor. Lamento la interrupción, pero no sabía que habían comenzado.—se excusó observando a sus compañeros quienes habían perdido el interés en ella al momento de acercarse.

—¿Abigail Miller?—inquirió el hombre alzando una ceja.

—Así es, señor.—contestó un tanto distraida al fijarse en una cabellera en específico sentado en lo últimos asientos de arriba, casi al final del salón.

𝐊𝐀𝐑𝐀𝐓𝐄 𝐊𝐈𝐃 III ─ daniel larusso ⒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora