𝐊𝐀𝐑𝐀𝐓𝐄 𝐊𝐈𝐃 III ─ daniel larusso ⒊

Capítulo 6

—No creo sea buena idea intentar conquistar a Chloe.—habló Tyler con su mirada fija en el camino.

Abby bufó y sonrió dulcemente.

—No tienes que hacerlo por mi hermano, Ty. Ni por lo que dijo, estaba borracha.—lo miró.

—No es una buena persona, Abby.—este le regresó la mirada por un momento antes de volver sus ojos al camino.—no saldría con alguien que no es buena persona, menos si cuando está sobria, tampoco lo es.

Abby soltó un suspiro de alivio.

—Que bien que dijiste eso, no soportaba la idea que salieras con ella. Es muy...—hizo una mueca rodando los ojos.—y tú muy...—hizo una sonrisa coqueta y le guiñó el ojo.

Ambos rieron.

—¿Dices que soy un casanova?

—Simplemente por el hecho de ser buena persona.

—¿No crees que soy atractivo?—Tyler fingió estar dolido.—ouch, mi mejor amiga no cree que soy atractivo.

Abby rió.

—Sí lo eres, para cualquier otra chica, menos Chloe.

—En eso tienes razón, perdería mi tiempo con ella. Aunque quisiera ayudarla nunca dejará de ser la hija...

—Del decano.—dijeron al mismo tiempo asintiendo.

—Oh, luz roja.—habló Abby al ver como las vías del tren se cerraban.—aquí en la esquina es la tienda del señor Miyagi.

—Genial. Por fin podré conocer al mejor amigo de mi mejor amiga. Aunque aún no entiendo el por qué le dices señor.

—Ya lo verás.—sonrió la pelinegra.

La vía se despejó y el vehículo avanzó unos metros hasta llegar a la tienda, Abby frunció el ceño, estaba todo oscuro en su interior.

—Qué raro, no es tan tarde para que hayan cerrado.

—¿Quieres ir a ver?—dijo Tyler deteniendo el vehículo frente a la tienda.

—Espera aquí.

—De acuerdo.

Abby se bajó del vehículo con las llaves que el señor Miyagi le había entregado, se acercó a la tienda y abrió la puerta, encendió la luz y su mirada cayó en los destrozos que habían por todo el lugar. ¿Qué demonios había ocurrido aquí?

Abby recorrió su mirada por todo el suelo, parecía que hubo mucha gente aquí...Oh, no. Pensó. Creía saber que fue lo que ocurrió.

Salió rápidamente de la tienda tras apagar la luz, cerró la puerta con llave y corrió hasta el vehículo de Tyler, entrando y cerrando la puerta de golpe.

—Vamos a mi casa.—habló apresurada.

—¿Estás bien?—preguntó Tyler encendiendo el vehículo.

—Yo sí, pero la tienda está destrozada.

—¿Qué?—el chico alzó ambas cejas.—¿Quién pudo haber sido?

—Puedo hacerme una idea, andando.

...

Daniel miró al señor Miyagi con frustración, había comenzado a cantar, llevaban unos minutos en silencio mientras el anciano manejaba. LaRusso tenía su pómulo adolorido y morado.

Daniel rodó los ojos tocándose la cara y negó en dirección del anciano que aún seguía cantando. Daniel cansado, habló:

—No puedo creer que esté cantando. Yo...—bufó—olvidelo.