Historia terminada.
6 artes.
La edición es sumamente lenta porque la autora está escribiendo otras historias.
Pido perdón 🤪
Hinata es un médico residente de Urgencias, los turnos extenuantes y el trabajo duro han hecho que pierda de vista algo impo...
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Tiempo pasado
Realmente no quería soltar sus manos, las cuáles encajaban perfectamente con las mías, sentía que los segundos se estaban volviendo mis enemigos al tener que partir y tomar ese tren de regreso a casa.
—¿Me esperarás?
Me preguntó con timidez y sus ojos mostraban la mismo ilusión que los míos.
—Te esperaré.
Amaba sus expresiones, estas mismas hicieron que me enamorará de él desde el primer momento en que lo vi.
Le llaman amor a primeravista.
Siempre encontré que era una frase cliché o de novelas el decir aquello y solía burlarme de ello con cualquiera que me lo comentara; pero que equivocado estaba, Shouyo hizo que tropezara con mis propias palabras.
Cada sonrisa, cada mirada, cada palabra que salía de su boca se convirtió en un embrujo para mí y yo solo quería permanecer en ese hechizo hasta que la misma vida me lo permitiera.
Me despedí de él con un beso tierno en su mejilla, las ansías por querer más de aquello se convirtieron en la esperanza de esperarlo hasta que volviera de Brasil, no me importaba el tiempo, ya habíamos pasado separados el año que estuve en Norteamérica y si mi hermoso sol había esperado por mí, yo también podía hacer lo mismo por él.
Solo serían dos años.
Agitaba sus manos de manera alegre mientras me despedía de él desde mi ventana, ya se había oscurecido y la nieve estaba cada vez más fuerte. Me lamenté de no haber insistido en que llamara a su padre para que lo recogiera en la estación de trenes. Pero confíe en su palabra al decirme que tomaría un taxi para llegar a su hogar.
Nuestras miradas perdieron el contacto y como si fuera un acto de mágia, su sonrisa me recordó las orquídeas de Vainilla que vimos ese día, ese lugar dónde casi fue nuestro primer beso.
Llevaba cuatro estaciones y aún me faltaba un largo trayecto para llegar a casa, pero no podía dejar de pensar en él. Sentía que debía dar la media vuelta y volver para decirle lo que quedó pendiente. Que estúpido me sentía esos momentos al haber puesto una pausa al te amo que tanto quería confesarle.
A quién engañaba, no podría esperar dos años para expresarle todo lo que significaba para mí. Como un impulso de amor, de esos que se dan en las películas, tomé mis cosas y me bajé en la próxima parada, no me importaba un reto de mis padres o incluso de Osamu, que ya me había llamado para saber en dónde venía minutos atrás.
